La frecuencia con la que una persona necesita tener relaciones sexuales para mantener un equilibrio emocional y físico ha sido objeto de múltiples estudios y consultas con expertos. Charlene Douglas, terapeuta sexual y de pareja, participó en el canal LADbible Stories y explicó que aunque todos buscan un número exacto, este puede variar según el contexto de vida de cada pareja, señaló RT.
Douglas señala que «estadísticamente, una vez por semana suele ser el promedio en la mayoría de las relaciones», aunque esto cambia con factores como el estrés y la situación económica. Sin embargo, también advierte que no tener sexo no significa fracaso en la relación sino que puede ser una señal para dialogar.
Diversos especialistas coinciden en que no existe un número fijo; se trata de un elemento personal que debe decidir cada individuo y pareja para encontrar satisfacción y salud emocional. La doctora Logan Levkoff, experta en sexualidad humana, afirma que las expectativas idealizadas muchas veces no reflejan la realidad de las parejas.
Un estudio publicado en 2017 en Archives of Sexual Behavior señaló que el adulto promedio tiene sexo unas 54 veces al año, es decir, aproximadamente una vez por semana. Otra investigación que encuestó a más de 30.000 estadounidenses durante 40 años encontró que esta frecuencia semanal era la que proporcionaba mayor felicidad, sin que mayores números agregaran satisfacción.
Un estudio reciente en China también sugiere que tener relaciones sexuales entre 1 y 2 veces por semana ofrece beneficios protectores para la salud mental y podría ser un estándar para evaluar el bienestar psicológico.
Entre los factores que afectan el deseo sexual, psicólogos observan que la frecuencia disminuye con la edad, pero los jóvenes actuales muestran menor preocupación sobre el sexo comparado con generaciones anteriores. Además, la diferencia en el deseo sexual entre hombres y mujeres puede relacionarse con aspectos fisiológicos y sociales. Según algunos estudios, aunque se asume que las mujeres tienen menor deseo, sus niveles de actividad sexual pueden ser incluso más altos que los masculinos.
Por otra parte, la reducción del deseo sexual puede afectarnos a todos, influida por enfermedades crónicas, fármacos, problemas emocionales y psicológicos, así como factores del estilo de vida como el sueño, la actividad física y la alimentación.
En definitiva, la frecuencia ideal de sexo para la felicidad no es un mandato rígido, sino un acuerdo flexible y personal que debe ajustarse a las circunstancias, necesidades y bienestar de cada persona y pareja.

