El gobernador de Río de Janeiro, Claudio Castro, aseguró este miércoles que la operación policial contra la organización criminal Comando Vermelho, en la que murieron 132 personas, fue una «acción noble» en defensa del bien común y afirmó que las «verdaderas víctimas» fueron los cuatro agentes que murieron durante el operativo.
«Quiero expresar mi solidaridad con las familias de nuestros cuatro héroes que ayer dieron su vida por la liberación de la población. Las únicas víctimas fueron los policías», declaró Castro durante una conferencia de prensa en Río, recogida por Viory.
Igualmente dijo que ha «garantizado estas familias reciban toda la asistencia y protección del Estado, para que podamos valorar el noble acto de dar la vida en defensa del bien común, en defensa de la justicia, en defensa del Estado de Derecho democrático y en defensa de la libertad de nuestros hermanos y hermanas en Río y en el estado de Río de Janeiro». Puntualizó.
También justificó la intervención policial, afirmando que tenía como objetivo detener a miembros del Comando Vermelho y subrayó que había sido precedida por un año de investigación y más de 60 días de planificación, en coordinación con la Fiscalía.
«No tengo miedo a ser investigado, a responder ni a hablar. Lo que ocurrió ayer fue una operación para ejecutar una orden judicial», añadió.
Dijo que Río de Janeiro ha tomado la iniciativa en el problema de la seguridad, advirtiendo que las ciudades o estados que no comprendan la gravedad de la situación pronto tendrán que replantearse su discurso y pedir disculpas a la sociedad. También expresó su esperanza de que el gobierno federal proporcione fondos para ayudar a combatir el crimen organizado.
Mas de 24 horas después, el balance de la «Operación Contención», como fue denominada por las autoridades brasileñas, dejó un saldo de más de 130 muertos, incluídos cuatro agentes de la ley, no menos de 100 armas de fuego incautadas y otros 81 detenidos. Hasta el momento, la operación policial contra el grupo criminal más antiguo de Brasil, es considerada la más violenta que se ha registrado en la historia en Rio de Janeiro.

