Por Javad Hosseini, Corresponsal de ExtraNews Mundo en Asia
Mientras la agresión de Estados Unidos en el Caribe alcanza uno de su más puntos álgido con barcos que se acercan más a las costas venezolanas, la administración Trump ha alertado al mundo al revelar su agresiva estrategia contra Venezuela.
Con la autorización oficial de la CIA para las «operaciones encubiertas» en territorio venezolano y la escalada de operaciones militares bajo el pretexto de la «guerra contra el narcoterrorismo», surge la pregunta: Estados Unidos está combatiendo a un supuesto «Estado criminal» o está llevando a cabo una sofisticada operación psicológica para justificar una intervención militar?
Funcionarios estadounidenses, desde la Casa Blanca hasta el Pentágono, han calificado sistemáticamente al gobierno de Nicolás Maduro no como un Estado político, sino como un «cartel terrorista de la droga» que amenaza la seguridad nacional de Estados Unidos.
Sin embargo, los críticos, incluyendo altos líderes latinoamericanos, ven esta narrativa como una peligrosa «gran mentira» que evoca los días más oscuros del intervencionismo estadounidense en la región.
LA CONSTRUCCIÓN DEL MONSTRUO
El término «gran mentira» fue acuñado por primera vez por Adolf Hitler en «Mi lucha».
Su teoría era simple: crear una mentira tan grande y descarada que nadie la creyera. Luego, repetirla suficientes veces hasta que se convierta en una verdad aceptada.
La actual estrategia estadounidense contra Venezuela parece encajar en este patrón, de forma preocupante.
La «gran mentira» aquí es: transformar al gobierno venezolano de un régimen político autoritario y disfuncional a una organización criminal al nivel de ISIS o Al Qaeda.
Noam Chomsky, el reconocido lingüista y analista político estadounidense, ha advertido durante décadas sobre el uso que Estados Unidos hace de la etiqueta «terrorismo» para justificar su política exterior.
Chomsky cree que esta etiqueta elimina cualquier necesidad de diplomacia y allana el camino para la acción militar.
Al tildar a Maduro de «narcoterrorista», el gobierno estadounidense está diciendo al mundo que no hay margen para la negociación.
LA MAQUINARIA DE PROPAGANDA EN ACCIÓN
¿Cómo se construye y se transmite esta narrativa?
- Repetición: Los funcionarios estadounidenses utilizan constantemente el término «narcoterrorismo». Esta palabra clave moldea la mentalidad del público.
- Cobertura mediática entusiasta: Los reportajes informativos están repletos de imágenes de destructores, F-35 y operaciones navales estadounidenses. Estas imágenes crean una sensación de «guerra real», no de la agresión de irrespeto a un gobierno electo constitucionalmente.
- Ignorar las voces disidentes: Si bien el presidente colombiano Gustavo Petro y los líderes de México y Brasil han condenado estas acciones como una clara violación de la soberanía nacional, sus voces han sido marginadas en los principales medios de comunicación estadounidenses.
El mensaje de Petro en la Red X, que comparó la acción con un legado imperialista, recibió una cobertura limitada.
LOS OBJETIVOS TRAS BAMBALINAS
Pero por qué ahora? Los analistas creen que la guerra contra las drogas es solo una tapadera.
Greg Grandin, un destacado historiador latinoamericano, ha demostrado en sus obras que la «guerra contra las drogas» a menudo ha sido un pretexto para promover los intereses geopolíticos de Estados Unidos.
En el caso de Venezuela, se pueden identificar tres objetivos principales:
1- Petróleo: Venezuela posee las mayores reservas probadas de petróleo del mundo.
Desestabilizar al gobierno de Maduro podría facilitar el acceso de empresas occidentales a estos recursos.
2- Competencia geopolítica: La creciente influencia de China y Rusia en Venezuela supone un serio desafío a la hegemonía tradicional de Estados Unidos en su territorio. Un gobierno prooccidental en Caracas podría contener esta influencia.
3- Cambio de régimen: El objetivo final es derrocar al gobierno de Maduro y reemplazarlo por uno alineado con los intereses de Washington; una política que se ha aplicado en América Latina durante décadas.
Un peligro para todos
Independientemente de lo que se piense del gobierno de Maduro, las consecuencias de esta estrategia podrían ser catastróficas.
Normalizar el uso de la «gran mentira» para justificar la guerra no solo desacreditaría el derecho internacional, sino que también podría llevar a la región a un conflicto militar a gran escala.
El ex relator de la ONU, Richard Falk, advierte que estas acciones recuerdan el caso de la Corte Internacional de Justicia de Nicaragua contra Estados Unidos, en el que Estados Unidos fue condenado por violar la soberanía nacional.
En última instancia, la opinión pública mundial se enfrenta a una disyuntiva: Aceptará la narrativa simple y emocionante de la «guerra contra el narcotráfico» o mirará tras bambalinas de este drama político y reconocerá la «gran mentira»?
La historia ha demostrado que la verdad saldrá a la luz, aunque lentamente, pero a menudo después de que se haya causado un daño irreparable.