La inteligencia artificial (IA), una de las herramientas más poderosas y neutras creadas por el ser humano, enfrenta un momento decisivo que podría definir el futuro de nuestra salud mental y social. Mo Gawdat, exdirector de operaciones comerciales de Google, lanza un contundente pronóstico: desde 2027 y durante los siguientes 15 años, la humanidad vivirá una crisis profunda, no por la tecnología en sí, sino por el uso irresponsable que harán de ella «líderes humanos estúpidos».
Gawdat advierte que este período distópico provocará un deterioro sin precedentes en la libertad, las relaciones humanas, la igualdad y la responsabilidad colectiva. El resultado será un aumento alarmante del aislamiento, la ansiedad y la angustia social, una tormenta perfecta para el malestar psicológico global. Su visión nace de experiencias reales dentro del corazón de Silicon Valley y rigurosos cálculos matemáticos, alejándose así de la ciencia ficción.
No obstante, el mensaje no es apocalíptico en su totalidad. Tras esta etapa oscura, Gawdat proyecta una era utópica más allá de 2042, en la que la IA servirá para gestionar recursos, erradicar la escasez y permitir a las personas centrarse en el amor, la conexión y la calidad emocional de sus vidas. Sin embargo, para alcanzar este ideal será indispensable que la tecnología esté puesta al servicio de valores humanos y cuidados colectivos.
En este contexto, expertas como la doctora Isabel Aranda, especialista en liderazgo y organizaciones saludables, enfatizan la urgente necesidad de mantener un liderazgo humano con alta inteligencia emocional. Según Aranda, el bienestar laboral y social depende ahora más que nunca de fortalecer las relaciones interpersonales y la responsabilidad emocional en los espacios de trabajo y en la sociedad en su conjunto.
El desafío es enorme y está sobre la mesa: la tecnología puede convertirse en amplificadora de nuestras peores fallas o en una aliada para un futuro más justo y saludable. La decisión y acción recaen en nuestras manos, porque la verdadera revolución no será tecnológica sino humana. Para quienes apuestan por un futuro con esperanza y bienestar, el llamado es claro: cuidar de nosotros mismos y de nuestras comunidades es la primera libertad que debemos preservar en el mundo que viene.