La India restringió el flujo del río Chenab hacia Pakistán al cerrar las esclusas de la presa de Baglihar, ubicada en el distrito de Ramban, en la región de Jammu y Cachemira. El 80% de la agricultura pakistaní estaría en riesgo tras la decisión. Pakistán ha advertido que el corte de agua será considerado un “acto de guerra”.
La medida forma parte de una serie de acciones unilaterales emprendidas por Nueva Delhi contra Islamabad tras el atentado ocurrido el pasado 22 de abril en Pahalgam, que dejó 26 muertos.
Según medios locales, India no solo cerró el paso de agua en la presa de Baglihar, sino que también proyecta ejecutar maniobras similares en la presa de Kishanganga, que controla el río Jhelum, otro afluente vital para el suministro hídrico paquistaní.
El gobierno del primer ministro Narendra Modi sostiene que Pakistán respalda a grupos armados activos en la región de Cachemira. Sin embargo, hasta la fecha, ningún grupo ha reivindicado la autoría del ataque en Pahalgam.
A pesar de la falta de pruebas concluyentes, Nueva Delhi ha tomado represalias con una batería de sanciones y medidas punitivas, entre ellas la suspensión del Tratado de Aguas del Indo, firmado en 1960 con mediación del Banco Mundial.

Este tratado había garantizado el uso compartido de los ríos del Indo, Chenab y Jhelum, que nacen en territorios controlados por India pero abastecen a millones de personas en Pakistán, especialmente en la provincia agrícola de Punjab.
Además del bloqueo hídrico, India ha prohibido el comercio bilateral, cancelado visados, cerrado fronteras terrestres y espacios aéreos, expulsado diplomáticos pakistaníes y censurado medios de comunicación provenientes de Islamabad.
En respuesta, Pakistán llevó a cabo el sábado una prueba de su misil balístico tierra-tierra Abdali, con un alcance de 450 km, como parte del ejercicio militar “Indus”. El Comando de Fuerzas Estratégicas de Pakistán aseguró que su Ejército “está listo para cualquier eventualidad”.
India y Pakistán: una guerra que nadie quiere
India y Pakistán viven su momento más tenso en años tras el asesinato de 26 turistas hindúes en Cachemira. Una chispa podría detonar un conflicto entre dos naciones con armas nucleares.
Ambos países surgieron como naciones independientes en 1947, tras la descolonización británica del subcontinente.
La partición dividió a la India británica en dos estados: una India laica con mayoría hindú, y un Pakistán islámico. Esta división, acompañada de desplazamientos masivos y violencia sectaria, dejó una herida abierta que persiste hasta hoy.
Se estima que en ese proceso murieron casi dos millones de personas producto de los desplazamientos y violencia sectaria asociada a la toma de los territorios recién creados, cuando millones de hindúes, sijs y musulmanes fueron desplazados y se encontraron en el lado «equivocado» de la nueva frontera. La violencia incluyó masacres, asesinatos, violaciones y todo tipo de atrocidades.
La región de Cachemira, de mayoría musulmana pero gobernada por un maharajá hindú al momento de la partición, fue reclamada por ambos países, lo que llevó a tres guerras y múltiples escaramuzas en la Línea de Control.
Antecedentes peligrosos entre India y Pakistán
Este no es el primer episodio de tensión extrema entre ambas naciones. En 2019, casi entran en guerra tras el atentado en Pulwama, que mató a 40 soldados indios. En respuesta, Nueva Delhi bombardeó un presunto campo terrorista en Balakot, Pakistán, lo que provocó un breve combate aéreo.
También en 2001 y 2002, un atentado en el Parlamento indio provocó una movilización militar masiva en la frontera.
Entre ambos ejércitos poseen más de 300 ojivas nucleares combinadas. Una guerra abierta podría no solo causar millones de muertes inmediatas, sino también generar un invierno nuclear con consecuencias globales para la agricultura y el clima del planeta.