Representantes de la industria del turismo en Tobago temen perjuicios económicos a causa de la presencia de radares estadounidenses en su territorio.
“Los fines de semana, recibimos a los trinitenses. Pero en cuanto a los extranjeros, no estamos recibiendo un gran número de reservas. Los viajeros no quieren venir a una isla con (un poco) de incertidumbre. Tobago es preciosa, con el arrecife Buccoo y la piscina Nylon. Pero es posible que simplemente opten por ir a otros lugares encantadores” afirmó el hostelero Colin Sheperd.
Sheperd es propietario del hostel “Sheperd’s In” en Tobago. La semana pasada, Estados Unidos instaló radares de tipo militar G/ATOR, así como equipo técnico asociado. Junto a este equipamiento, cerca de 250 marines de la 22 MEU continúan en Crown Point, al sur de la isla.
La primera ministra de Trinidad y Tobago, Kamla Persad Bissessar, primero negó y luego admitió la presencia militar de Estados Unidos en su territorio luego de que varios residentes de Tobago reportaran el avistamiento de aviones militares estadounidenses en Crown Point y de movimientos inusuales en el aeropuerto. En una última declaración afirmó que su administración pidió la instalación de los radares.
Esta situación ocurre en un contexto de máxima tensión desde Estados Unidos contra Venezuela, en la que Trinidad y Tobago funge como puerto proxy para las agresiones contra la República Bolivariana.
“Esto genera un nivel de incertidumbre, especialmente para mí como hotelero. Tengo que trabajar y tengo personal al que pagar. Antes de octubre, nuestra ocupación era de entre el 60 y el 70 %. Ahora es muy baja, de entre el 10 y el 12 %” afirma Sheperd.
Desde agosto, Estados Unidos mantiene desplegado en aguas del Caribe al Grupo Anfibio Listo, al que se unió el Grupo de Tarea Conjunta del Comando Sur en octubre y el Grupo de Ataque Gerald Ford en noviembre, todo esto bajo el supuesto de combatir el narcotráfico en la región, pero en franca hostilidad contra Venezuela.
También desde septiembre, ha conducido más de 20 ejecuciones extrajudiciales que resultaron en más de 80 asesinados en el Caribe. Dos de ellos, Rishie Samaroo y Chad Joseph, eran pescadores trinitobaguenses de la comunidad de Las Cuevas.
Economía, turismo y presencia militar
El turismo es de los sectores económicos vitales para el Caribe. Las Bahamas centran más del 50% de su Producto Interno Bruto en los ingresos del turismo, con más de 11.2 millones de visitantes en 2024. También Santa Lucía es dependiente del turismo en un 65% del PIB nacional, dado que el sector genera el 55% del empleo nacional.
Jamaica, por su parte, recibe en promedio 4.3 millones de visitantes anualmente, lo que se traduce en un tercio de los empleos del país y hasta un 33,6% del PIB. También Antigua y Barbuda es dependiente del turismo hasta en un 50% de sus ingresos anuales y más del 90% del empleo nacional.
Barbados y Trinidad y Tobago son los menos dependientes, con el 17,5% y el 7,3% respectivamente.

Esta codependencia hace extremadamente vulnerables las economías del Caribe. Durante la pandemia de COVID-19, las naciones de la región percibieron una caída económica de más del 65 % en la llegada de turistas en 2020, lo que condujo a una grave contracción del PIB y a la pérdida de puestos de trabajo. Las economías también son sensibles a las recesiones en mercados clave como Estados Unidos y Europa, de donde llega la mayor parte de sus visitantes.
Otro fenómeno es el cambio y crisis climatológica, que dada la incidencia de huracanes y otros fenómenos en la región, medran la llegada de visitantes o causan daños materiales a las instalaciones, lo que provoca pérdidas en el sector.
También es importante comprender el fenómeno de “fuga económica”, en el que el capital de ganancias va a manos de inversores y no a los locales. Varios estimados apuntan a que de cada 100 dólares que gasta un turista, solo unos 30 benefician a la economía local, ya que las ganancias van a parar a aerolíneas, líneas de cruceros y complejos turísticos de propiedad extranjera.
Esta correlación turismo/economías Caribe y su posible afectación por la tensión actual contra Venezuela, ha sido parte de los reclamos de la región.
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“Siempre mantenemos que el Caribe es una zona de paz, y queremos asegurarnos de que es una zona de paz. Cualquier acción que lo desafíe o cambie esa visión podría tener un impacto devastador en el turismo, que es el gran ganador de divisas extranjeras para la mayoría de los países del Caribe” afirmó el primer ministro de Jamaica, Andrew Holnes.
Por su parte, el primer ministro de Antigua y Barbuda envió una misiva al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la que indica que “un indicio de enfrentamiento armado en nuestras aguas repercute instantáneamente en las reservas hoteleras, las aerolíneas, la inversión extranjera y el sustento de cientos de miles de familias.”

