El ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, presentó este miércoles un ambicioso y polémico plan que contempla la anexión del 82 % de Cisjordania, con el objetivo declarado de incorporar la mayor extensión de terreno posible mientras se mantiene una “población árabe mínima”. Una estrategia que, según el alto cargo, busca eliminar definitivamente la posibilidad de un Estado palestino.

“Es hora de aplicar la soberanía israelí en Judea y Samaria y eliminar de una vez por todas la idea de dividir nuestra pequeña tierra y establecer un estado terrorista en su corazón”, afirmó Smotrich, usando el término bíblico tradicional para referirse a Cisjordania.
El plan incluye una reconfiguración del territorio donde Israel absorbería la mayor parte de Cisjordania, dejando dentro del enclave palestino apenas seis enclaves residuales. Smotrich lo resumió con la frase: “El principio es máximo territorio con mínima población árabe”
Este anuncio fue interpretado como una respuesta directa a recientes reconocimientos diplomáticos de un Estado palestino. Smotrich advirtió: “Aquellos que hoy quieren reconocer un Estado palestino obtendrán una respuesta de nuestra parte sobre el terreno. (…) Con hechos concretos: casas, barrios, carreteras y familias judías que construyen sus vidas”
Reacciones internacionales y regionales

El plan recibió una condena regional inmediata. Emiratos Árabes Unidos —firmante de los Acuerdos de Abraham que normalizaron relaciones con Israel en 2020— calificó la propuesta como una “línea roja” que podría dar al traste con la integración regional.
Estados como Reino Unido, Canadá y Australia también advirtieron sobre consecuencias diplomáticas e incluso reconocimientos del Estado palestino en repudio al plan.
Desde el plano simbólico, el Parlamento israelí aprobó el 23 de julio una moción no vinculante en apoyo de la anexión completa de Cisjordania, justificándola como parte de la tierra histórica e inseparable del Estado israelí.
Paralelamente, Smotrich ha impulsado un plan para construir 3.400 nuevas viviendas en la zona crítica de E1, al este de Jerusalén, que conectaría físicamente Ma’ale Adumim con la capital.
El objetivo explícito es “enterrar definitivamente la idea de un Estado palestino” al fragmentar la continuidad territorial de Cisjordania.
Dicha expansión ha sido fuertemente denunciada por organizaciones pro-paz israelíes como Paz Ahora, la Unión Europea y la ONU, que la consideran una violación del derecho internacional y un obstáculo decisivo para la solución de dos Estados.
Un giro hacia la anexión de facto

Analistas subrayan que este paquete de medidas —voto simbólico parlamentario, expansión de asentamientos, y control administrativo reforzado— representa un avance hacia la anexión de facto de Cisjordania. En muchas áreas, la autoridad civil israelí ya reemplaza el control militar, integrando legal e infraestructuralmente el territorio con Israel, mientras la Autoridad Palestina queda reducida a funciones locales.
El plan de Bezalel Smotrich representa un punto de inflexión: la consolidación de una política diseñada para absorber Cisjordania de manera irreversible, bajo el lema “máximo territorio y mínima población árabe”.
Con ello, Israel no solo desafía la viabilidad de un Estado palestino, sino que pone en jaque los Acuerdos de Abraham y reconfigura las dinámicas regionales y diplomáticas de Medio Oriente.