Un reconocimiento oficial ha sacudido el discurso impuesto tras los bombardeos de junio: el ministro de Defensa de Israel, Israel Katz, admitió que no lograron eliminar completamente el programa nuclear de Irán.
Katz declaró en una entrevista que “no eliminamos todo el material”, refiriéndose específicamente a las reservas de uranio enriquecido y señalando que todavía esperan que Irán entregue ese uranio.
Estas palabras contrastan tajantemente con el relato inicial del ataque, que presentaba una “operación devastadora” destinada a “borrar” el programa nuclear iraní.
Sin embargo, informes preliminares de inteligencia de EE.UU., evocados tras filtraciones recientes, indican que el impacto fue limitado: solo retrasó el programa entre tres y seis meses, sin destruirlo por completo.
Desde Teherán, el gobierno ha señalado que el programa nuclear sigue intacto, lo que deja en evidencia que la ofensiva fue ineficaz y no cumplió los tres objetivos proclamados: eliminar las centrifugadoras, cambiar el régimen o neutralizar el sistema misilístico.