La Global Sumud Flotilla navega ya en el último tramo de su arriesgado recorrido hacia la Franja de Gaza, desafiando el bloqueo naval impuesto por Israel. Conformada por 43 barcos, seis de ellos bajo bandera española, reúne a más de 500 voluntarios de 48 países, incluidos entre ellos figuras políticas, sindicales y periodistas.
Entre los participantes se encuentran la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau, el sindicalista Saturnino Mercader, así como redactores de medios como El País, Público, AJ+ y Canal Red. En el ámbito internacional destaca la presencia de la activista sueca Greta Thunberg, símbolo del movimiento climático mundial.
Tras una parada técnica en la isla griega de Creta, la flotilla avanza en aguas internacionales y se prepara para entrar en lo que denomina una “zona de alto riesgo” en el Mediterráneo oriental. Los organizadores denunciaron múltiples ataques desde su partida en España a principios de septiembre: explosiones en las inmediaciones, interferencias en las comunicaciones y sobrevuelo de drones. En su escala en Túnez, incluso reportaron ataques con drones.
El respaldo de España e Italia

La magnitud de la expedición ha generado reacciones diplomáticas. El Gobierno español envió el buque de acción marítima (BAM) Furor, que partió desde Cartagena el pasado viernes y que, según la organización, se unirá a la flotilla en tres días para prestar apoyo.
Los organizadores españoles advirtieron: “Cualquier ataque israelí en aguas internacionales contra barcos con pabellón español puede suponer un atentado contra la soberanía nacional y un crimen de lesa humanidad contra ciudadanos españoles”.
Italia, por su parte, autorizó también el despliegue de dos naves militares para asistir en caso de emergencia. Roma incluso propuso que la ayuda humanitaria se descargara en Chipre para luego ser trasladada por medios seguros a Gaza. Sin embargo, la flotilla rechazó esa alternativa, insistiendo en su objetivo político y simbólico: romper el bloqueo israelí con una expedición civil no violenta.
Israel advierte y acusa

El gobierno israelí ya ha advertido que no permitirá el desembarco de la flotilla en la costa gazatí. Las autoridades de Tel Aviv acusan a los organizadores de tener “vínculos con Hamás” y describen la misión como una “operación yihadista”. Los activistas rechazan esas acusaciones y recalcan que su viaje es una acción no violenta impulsada por la sociedad civil internacional.
La tensión recuerda a episodios anteriores, en particular a la Flotilla de la Libertad de 2010, cuando comandos israelíes asaltaron el buque Mavi Marmara y murieron diez activistas. Esa tragedia marcó un precedente en la confrontación entre flotillas civiles y el ejército israelí.
Dos flotillas, un mismo objetivo

La Global Sumud Flotilla no viaja sola. Desde Italia partió este sábado un convoy de diez barcos pertenecientes a la histórica Flotilla de la Libertad, activa desde 2008. Aunque ambas iniciativas han confirmado que son aliadas y mantendrán contacto diario, no se unirán en el mar.
Los organizadores sostienen que esta es la mayor misión humanitaria marítima organizada hasta la fecha, con barcos procedentes de España, Túnez, Italia y Grecia. Pese a las bajas sufridas —como la del barco Familia, cuyos integrantes fueron reubicados—, la expedición mantiene firme su meta: llegar a Gaza en un plazo máximo de una semana.
Riesgos crecientes

Analistas internacionales advierten que la travesía entra en su fase más peligrosa. Israel ha reforzado su vigilancia naval en el Mediterráneo oriental y no descarta intervenir militarmente. La presencia de buques españoles e italianos podría escalar el incidente a una crisis diplomática de primer orden entre la UE e Israel.
Mientras tanto, en ciudades como París, Roma y Madrid, se han organizado manifestaciones de apoyo a la flotilla. Para los activistas, el viaje representa no solo la entrega de ayuda humanitaria, sino un acto de resistencia contra el aislamiento de Gaza y una denuncia global contra el bloqueo.
En los próximos días, la travesía de la Flotilla Sumud pondrá a prueba la capacidad de la sociedad civil internacional para desafiar a uno de los bloqueos más férreos del planeta, y el grado de tolerancia de Israel frente a un desafío con resonancia mundial.