La ciudad palestina de Belén vive una jornada especial. Este sábado 6 de diciembre, el árbol de Navidad se enciende en la Plaza del Pesebre por primera vez después de dos años de guerra.
En Belén, bajo la bóveda celeste donde brilló la estrella de la Natividad hace más de dos mil años, se realiza la ceremonia que marca la primera celebración pública de la ciudad desde que el conflicto detuvo las festividades, lo que atrajo a residentes y visitantes de regreso a la plaza histórica.
Mientras las luces iluminan los alrededores del Belén, el evento simboliza un momento de resiliencia y esperanza renovada para una comunidad afectada durante mucho tiempo por la violencia y las bombas genocidas de Israel.
Para Belén, una ciudad que vivía tradicionalmente del turismo, estos dos años de genocidio sionista han sido devastadores, con comercios, restaurantes y hoteles cerrados que ahora esperan ver con la tregua un anhelado aumento de visitantes.
Los ha padecido especialmente Jack Tabash, un comerciante de “más de 80 años” que habla con EFE en un castellano aprendido del trato con los turistas, ya que a Belén viajan tradicionalmente muchos grupos de latinoamericanos en peregrinaje a Tierra Santa.
“Cuando no hay turistas, mucha gente sufre”, dice este palestino cristiano recordando que ha tenido que cerrar dos años su tienda, situada desde hace medio siglo en la Plaza del Pesebre y especializada en artículos religiosos.
Decidió abrir hoy solo para la ceremonia de encendido del árbol, pero luego tendrá que volver a echar el cierre. Gaza sigue siendo terreno bombardeado por estado genocida de Israel.
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