Funcionarios noruegos investigan posible filtración del ganador.
El Premio Nobel de la Paz, alguna vez símbolo universal de honor y ética, parece haber entrado en una de sus etapas más oscuras. Funcionarios noruegos abrieron una investigación para determinar si hubo filtración de información privilegiada sobre el ganador de este año, luego de que se detectaran apuestas anómalas en línea a favor de la opositora venezolana María Corina Machado, quien terminó siendo la galardonada.
Hasta la medianoche del viernes, Machado contaba con apenas un 3 % de las preferencias en el portal de apuestas Polymarket. Sin embargo, en cuestión de horas, justo antes del anuncio oficial, esa cifra se disparó a casi 70 %, generando ganancias de alrededor de 90.000 dólares para tres cuentas vinculadas a las apuestas por su nombre, según reportó Bloomberg.
“Parece que hemos sido presa de un actor criminal que quiere ganar dinero con nuestra información”, reconoció Kristian Berg Harpviken, director del Instituto Nobel.
No obstante, Harpviken matizó que aún era “demasiado pronto para afirmar nada”, mientras que el presidente del comité, Jorgen Watne Frydnes, insistió en que el proceso ha sido “muy hermético” durante las últimas cinco décadas.
Cuando la paz se cotiza

El escándalo expone cómo incluso los símbolos más puros pueden contaminarse por el dinero y la geopolítica. En esta edición, las apuestas y las filtraciones pusieron en discusión una vez más sobre los méritos reales del premio.
Desde la Casa Blanca, surgieron críticas hacia el comité noruego por supuestamente “anteponer la política sobre la paz” al no premiar al expresidente Donald Trump, quien aspiraba al reconocimiento.
La periodista estadounidense Laura Loomer, cercana al exmandatario, calificó de “ironía” que el galardón recayera en Machado, “una figura que promueve activamente un cambio de régimen violento en Venezuela”.
Por su parte, la analista Anya Parampil, del medio The Grayzone, cuestionó la decisión, recordando que Machado ha estado involucrada en acciones antidemocráticas y conspiraciones políticas durante más de dos décadas.
De símbolo moral a espectáculo mediático

La elección de Machado, se produjo a pesar de un reciente avance en el acuerdo entre Israel y Hamás, un logro que los partidarios de Trump citaban como mérito para que él recibiera el premio.
El director de Comunicaciones de la Casa Blanca, Steven Cheung, criticó abiertamente la decisión del comité, calificándola de politizada por, a su juicio, «poner la política por encima de la paz».
En un mensaje en la red social X, Cheung aseguró que, a pesar del desaire, «el presidente Trump seguirá firmando acuerdos de paz en todo el mundo, poniendo fin a guerras y salvando vidas».
El apoyo a Trump fue contundente desde Israel. La Oficina del primer ministro Benjamín Netanyahu publicó en X una imagen celebrando el premio no obtenido, con el mensaje explícito: «Denle a @realDonaldTrump el Premio Nobel de la Paz, se lo merece!«
La Respuesta del Comité Nobel

Ante las críticas, el presidente del Comité Noruego del Nobel, Jorgen Wayne Frydnes, defendió la independencia de la institución, mencionando que anualmente reciben «miles de cartas… que quieren explicar qué conduce a la paz», lo que implica que la decisión no se toma a la ligera.
Frydnes enfatizó que el comité se basa «únicamente en la obra y la voluntad de Alfred Nobel» y no en campañas mediáticas. «Este comité se reúne en una sala llena de retratos de todos los galardonados, una sala que rebosa valentía e integridad», concluyó, reafirmando el rigor de la selección.
Trump, quien había expresado abiertamente su deseo de recibir el premio y se había atribuido el mérito de haber resuelto varios conflictos globales, había pronosticado que, pese a sus esfuerzos, no sería el galardonado.
Lo que alguna vez representó la búsqueda genuina de la paz global parece hoy un escenario de intereses cruzados, apuestas millonarias y operaciones mediáticas. Este episodio no solo pone en duda la integridad del Instituto Nobel, sino también la credibilidad del propio concepto de “paz” cuando es administrado por las élites políticas y financieras del norte global.