El Comité de vuelta a nuestros hijos y familiares de los 252 secuestrados en El Salvador comunicó el fallecimiento de Marlene Josefina Ramírez, abuela del joven Jhonatan Ramírez, secuestrado en el CECOT.

El CECOT es el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), inaugurado en 2013 por Nayib Bukele, que se convirtió en emblema y herramienta del gobierno de Donald Trump en la nefasta implementación de su política migratoria.
De acuerdo con el ministro salvadoreño de Obras Públicas, Romeo Rodríguez es «imposible que salga un reo» del recinto.
Allí se encuentra Jonatan, que era sostén financiero de la amilia que incluye a dos personas con síndromes.

Según información ofrecida por el propio gobierno de Bukele, la cárcel está ubicada en una extensión de 116 hectáreas, de las cuales 23 pertenecen a edificios de la prisión.
Allí, sin ningún tipo de respeto a los derechos humanos y sin cumplir el debido proceso que rige en el sistema de derecho internacional, Donald Trump envió a 252 a migrantes venezolanos secuestrados en su país.
La semana pasada se divulgó un video de una visita de la comisión bipartidista del Congreso de Estados Unidos a la megacárcel CECOT en el que puede verse que a los venezolanos no fueron entrevistados ni se les permitió compartir su versión de los hechos.
¿La razón? Su situación legal y humanitaria es radicalmente distinta: no fueron arrestados por delitos comprobados, sino deportados en masa bajo acusaciones infundadas de pertenecer a la extinta banda Tren de Aragua, y enviados al CECOT sin juicio ni respeto al debido proceso.
En el video incluso se puede apreciar a algunos reclusos haciendo la reconocida señal internacional de auxilio: levantar la mano con la palma hacia afuera, doblar el pulgar hacia la palma y luego cerrar los dedos sobre él, formando un puño.
Abogados contratados por el Gobierno de Nicolás Maduro para defender a los ciudadanos venezolanos deportados y encarcelados en El Salvador exhortaron al presidente, Nayib Bukele, informaron que los detenidos son víctimas de «torturas» físicas y de orden moral.
Días pasados, tras la liberación de la niña Maikelys secuestrada por EEUU, el presidente Maduro dijo a las familias de los detenidos en El Salvador, que sus seres queridos «más temprano que tarde» estarán «sanos, salvos y libres en su patria».
A lo largo de esta semana, el Gobierno venezolano ha exhortado en varias ocasiones a Estados Unidos y El Salvador a permitir el ingreso de un avión enviado desde Caracas para recoger y devolver a su país a los migrantes. Hasta ahora, la respuesta ha sido negativa.
Quienes lucran con la vida de las 252 personas venezolanas secuestradas por Bukele, inflingen crueldad y dolor a la familia venezolana. Marlene, abuela de Jhonatan, no lo aguantó.
Los efectos colaterales de un secuestro pueden ser devastadores y afectar no solo a la víctima; también a su familia y la sociedad en general. Traumas psicológicos, problemas físicos, dificultades financieras y sociales.
Bukele lo sabe y elige continuar la atrocidad antes que dialogar con el gobierno del presidente Maduro, como si la vida no fuera nuestro tesoro preciado.