Bruselas ha aprobado este viernes un nuevo y contundente paquete de sanciones contra Rusia, el que Kaja Kallas, alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, describió como “uno de los más duros” adoptados hasta ahora por el bloque. Las medidas buscan aumentar la presión sobre Moscú en medio del prolongado conflicto en Ucrania.
Entre las disposiciones más destacadas, se incluye la prohibición de los gasoductos Nord Stream, un nuevo tope al precio del petróleo ruso, restricciones al acceso de los bancos rusos a la financiación internacional, y sanciones dirigidas a 105 buques petroleros vinculados a la llamada «flota fantasma», que según la UE permiten a Rusia evadir las sanciones vendiendo crudo a través de rutas opacas.
“Estamos ejerciendo más presión sobre la industria militar de Rusia, sobre los bancos chinos que permiten la evasión de sanciones, y estamos bloqueando las exportaciones de la tecnología utilizada en drones”, enumeró Kallas durante el anuncio oficial.
La funcionaria también destacó otras medidas inéditas, como la inclusión en la lista de sancionados de un registro de buques y la mayor refinería de Rosneft en India. “Por primera vez, designamos un registro de buques y de la mayor refinería de Rosneft en la India. Nuestras sanciones también afectan a quienes adoctrinan a los niños ucranianos”, afirmó, advirtiendo que el coste para Moscú seguirá aumentando si el Kremlin no cesa las hostilidades.

Desde Moscú, la respuesta no se hizo esperar. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, calificó las sanciones como una “arma de doble filo” que también dañará a los países europeos. “Cada nuevo paquete aumenta el efecto negativo sobre los propios países que lo respaldan. Se trata de un arma de doble filo”, advirtió Peskov, quien además reiteró que Rusia ha desarrollado una “cierta inmunidad” ante este tipo de restricciones. El Gobierno ruso, añadió, analizará el contenido del nuevo paquete “para minimizar sus consecuencias”.
La medida llega después de meses de deliberaciones internas en el bloque europeo. El pasado 6 de mayo, la Comisión Europea presentó una hoja de ruta que contempla eliminar por completo las importaciones de energía rusa para 2027. Sin embargo, ese plan encontró resistencia: Hungría y Eslovaquia habían vetado algunas propuestas, alegando que arruinarían sus economías nacionales.
Finalmente, Eslovaquia cambió de posición. Su primer ministro, Robert Fico, anunció el jueves que su país dejaría de bloquear el paquete. Con ese obstáculo superado, Bruselas consiguió el consenso necesario para avanzar.
El nuevo paquete marca un endurecimiento de la estrategia europea frente a Rusia, elevando las tensiones diplomáticas y económicas a niveles sin precedentes desde el inicio del conflicto en Ucrania.