La hermana de Luis Somaza, Valeria, aseguró el 15 de agosto que el exfuncionario del “gobierno interino” de Juan Guaidó estaba detenido en condiciones inhumanas y sin atención médica. Horas después, Luis Somaza apareció en un video indicando que, aunque privado de libertad, “está bien de salud”. La contradicción dejó en evidencia cómo los relatos alrededor de su caso se mueven entre la victimización, la propaganda y la manipulación.
La denuncia y el giro inesperado
Valeria Somaza había denunciado que su hermano llevaba cinco meses detenido, sin derecho a visitas ni atención médica, y que sufría un grave deterioro físico. Según ella, su ropa incluso fue devuelta manchada de sangre y pus.

Pero el golpe vino cuando apareció un video oficial donde el propio Luis Somaza aseguraba que se encuentra en buen estado. El material probó que las denuncias eran “falsas” y que la oposición “exagera” los casos de sus operadores políticos encarcelados por crímenes contra la República.
Esta aparente contradicción abrió interrogantes sobre la veracidad de las acusaciones familiares y el real estado de salud del dirigente político.
En febrero, Valeria Somaza denunció públicamente que su hermano fue detenido arbitrariamente por hombres encapuchados sin identificación en su vivienda ubicada en Baruta, Caracas.
¿Quién es Luis Somaza?

Somaza no es un opositor cualquiera. Fue concejal en Baruta y trabajó directamente con Leopoldo López antes de convertirse en la mano derecha de Juan Guaidó durante el “gobierno interino”. Desde su cargo en el Centro de Gobierno, coordinaba relaciones institucionales y era considerado un operador clave en el manejo de fondos canalizados desde EE.UU. y la USAID.
Economista y político venezolano, militante de Voluntad Popular, trabajó muy de cerca con Leopoldo Lopez, director del despacho en la alcaldía de Chacao y director de Atención al Ciudadano del Centro de Gobierno de Juan Guaidó (2019–2023).
En esos cargos, se destacó como un colaborador cercano de Guaidó, encargado de coordinar soporte ciudadano y de canalizar recursos de la USAID y del gobierno de EE.UU. para las líneas opositoras lideradas por Guaidó y Leopoldo López de la cuales se ha demostrado que un 50% iban directo a las arcas del propio Guaidó, hoy prófugo de la justicia y protegido de EE.UU, junto con Leopoldo Lopez.
En esos roles se convirtió en uno de los hombres de confianza del círculo íntimo de Guaidó y, al mismo tiempo, en operador y por tanto, acusado por corrupción y malversación.
El episodio refleja la crisis de credibilidad de toda la oposición antichavista: denuncias de desaparición forzada que se contradicen con videos oficiales, familias que acusan represión mientras el acusado aparece aparentemente en buen estado, y un historial de manejos turbios de fondos internacionales que todavía generan dudas.

Somaza, lejos de ser un preso político intachable, carga con el peso de haber sido uno de los engranajes más importantes de un experimento opositor que se desgastó entre la retórica de “fin de la dictadura” y el manejo opaco de recursos enviados desde Washington.
La contradicción entre la denuncia de su hermana y el video difundido por el propio Somaza ilustra hasta qué punto la política opositora venezolana está atrapada en un juego de espejos donde lo que manejan como su verdad siempre queda en duda.