Un grupo de mercenarios colombianos, contratados por el ejército de Ucrania, pide ayuda para regresar a su país luego de renunciar a sus actividades con el cuerpo armado de Kiev.
“Los que nos puedan ayudar, al señor presidente en Colombia, para que nos ayude, con la Cancillería, o él mismo se pronuncie, para que ellos se hagan responsables de nosotros, de nuestras vidas, porque ya nosotros no queremos trabajar más, de todas estas personas, quedaron muchas personas en el frente (…) quiero que difundan este video, porque la palabra ucraniana no se puede creer, son muy mentirosos, no nos pagan los sueldos que ellos dicen, aquí está todo registrado, no sabemos para donde nos llevan” afirmó en un video en X uno de los mercenarios.
El mercenario, además, refirió que los detuvieron en una cárcel militar por dos días hasta que les avisaron que irían a Polonia. El grupo, según referencias, es de 20 personas que detuvieron luego de que 70 se presentaran a pedir la baja del ejército.
“Estábamos tratando de pasar por la frontera de Polonia y no nos dejaron aquí porque no nos quieren colaborar tampoco ni dándonos la baja, ni nada de eso, entonces nos cogieron a todos los que estábamos invitados en cuestión de la baja, porque fueron y nos dejaron en un sitio, en una base X y fueron allá y nos dejaron casi botados, después fueron y nos llevaron los pasaportes (…) entonces estamos pidiendo ayuda de la Cancillería, todo, porque ya de aquí en la cuestión militar de Ucrania no nos han querido ayudar a dar la baja, entonces pedimos a ver si nos pueden ayudar en esa cuestión” recuenta otro mercenario en video en redes sociales.
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Según testimonios, el proceso de contratación de estos mercenarios comienza en suelo colombiano, a través de reclutadores ucranianos y colombianos que prometen salarios atractivos de hasta 12 millones de pesos mensuales, poco más de tres mil dólares.
Varios de ellos denuncian las precarias condiciones del entrenamiento y que son enviados a posiciones de alto riesgo de combate antes que a sus pares ucranianos. También apuntan a que la atención médica es elemental y que quedan desamparados ante cuadros de salud más complejos. Por otra parte, no existe un mecanismo efectivo para la repatriación de los cuerpos de quienes mueren en combate.