En medio de la guerra entre Ucrania y Rusia, la posibilidad de que Estados Unidos suministre misiles Tomahawk ha captado la atención internacional. Trump ha señalado que podría considerar entregarlos, sin embargo ha dejado claro que no comprometerá la decisión sin evaluar “el antes y el después”.
¿Qué son los Tomahawk y por qué importan?

Los Tomahawk son misiles de crucero de largo alcance, lanzados desde buques o submarinos, con capacidad para alcanzar objetivos a distancias de entre 1.600 y 2.500 kilómetros según la variante.
Pueden portar distintas cabezas de guerra (alto explosivo, “bunker-buster”, submuniciones) y están diseñados para volar a nivel muy bajo, esquivando radares.
La clave de su valor estratégico está en que dotarían a Ucrania de una capacidad de ataque profundo dentro del territorio ruso: bases logísticas, aeródromos, centros de mando y control que hasta ahora estaban fuera de su alcance.
¿Por qué Trump se resiste a enviarlos?

Trump mismo ha señalado que los Tomahawk “son armas muy complejas… el único modo en que se los dispararía es si lo disparáramos nosotros”.
Otra razón es, que Estados Unidos tiene un número limitado de estos misiles disponibles para transferencia. Oficialmente, se estima que alrededor de 1.000 podrían estar en condiciones de entregarse, pero muchas unidades están comprometidas para otras misiones, especialmente en el Indo-Pacífico.
Rusia ha advertido que la entrega de Tomahawk podría desencadenar una “etapa cualitativamente nueva” de escalada, y verlos como una línea roja estratégica.
Algunos analistas sugieren que Trump está usando la amenaza de entregar los Tomahawk como una palanca diplomática hacia Rusia, más que un compromiso real de envío.
¿Qué implicaría para Ucrania y para Moscú?
Para Ucrania, disponer de Tomahawk significaría un salto cualitativo en su capacidad ofensiva, con la posibilidad de golpear mucho más allá del frente actual, dentro de Rusia misma.
Para Rusia, sin embargo, eso representa una amenaza directa a su territorio, lo cual explicaría su fuerte reacción y amenaza de represalias.
El debate sobre los Tomahawk no es meramente técnico, sino estratégico y político: se combina el cálculo militar, la disponibilidad material, las fronteras de la escalada nuclear o convencional, y la voluntad política de implicación de EE.UU dentro de un conflicto directo contra Rusia en el que seguramente no habrá ganadores.
Reino Unido refuerza en silencio el arsenal de Ucrania con más misiles Storm Shadow

El Reino Unido habría enviado de forma discreta un nuevo lote de misiles de crucero Storm Shadow a Ucrania, según informó Bloomberg citando a fuentes familiarizadas con la operación. El objetivo, señalan, sería garantizar las reservas de Kiev ante la llegada del invierno, cuando las condiciones climáticas dificultan las ofensivas terrestres y aumenta la dependencia de ataques a distancia.
Londres no ha emitido declaraciones oficiales ni precisado el número de unidades entregadas, manteniendo su tradicional reserva sobre el suministro de armamento estratégico.
Los Storm Shadow son misiles de largo alcance, capaces de alcanzar objetivos a más de 250 kilómetros con gran precisión. Desde que fueron introducidos en el conflicto, Kiev los ha empleado para atacar posiciones rusas en zonas bajo control de Moscú, incluidos depósitos de armas, cuarteles y centros logísticos.
Sin embargo, Moscú acusa a Ucrania de haber utilizado estos misiles contra áreas civiles, lo que ha generado una nueva ola de tensiones diplomáticas. El Kremlin ha advertido que podría considerar legítimos objetivos militares las bases de los países que facilitan estas armas.
Rusia insiste en que las continuas entregas de material bélico a Ucrania solo sirven para prolongar el conflicto y aumentar el riesgo de una confrontación directa con Occidente. Mientras tanto, Londres mantiene una estrategia de “apoyo constante pero discreto”, evitando anuncios formales que puedan escalar las tensiones con Moscú.
El envío silencioso de los Storm Shadow refleja el delicado equilibrio entre respaldar a Kiev y no cruzar las líneas que podrían transformar la guerra en una confrontación directa entre potencias nucleares.

                                    