Mientras Washington celebra una supuesta pausa humanitaria en Gaza, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha enterrado públicamente cualquier esperanza de tregua real con una serie de declaraciones incendiarias que contradicen el alto el fuego anunciado por Donald Trump.
«No habrá Hamás. No habrá Hamastán. No vamos a volver a eso. Se acabó. Vamos a liberar a todos nuestros rehenes«, proclamó con vehemencia Netanyahu durante un acto del oleoducto Trans-Israel, dejando en claro que el objetivo militar sigue siendo el genocidio total de los palestinos, pese a las negociaciones en curso.
En tono desafiante, Netanyahu se burló de quienes afirman que liberar rehenes y destruir a Hamás y con ellos a los palestinos, son metas incompatibles:
«¡Qué tontería! Funciona en conjunto. Lo lograremos juntos, contrariamente a lo que otros dicen. Los eliminaremos hasta los cimientos», sentenció.
Netanyahu y Trump
Estas declaraciones chocan frontalmente con lo anunciado por Trump el martes en su red Truth Social:
«Israel ha aceptado las condiciones necesarias para acordar el alto el fuego de 60 días, durante el cual trabajaremos con todas las partes para poner fin a la guerra», escribió el presidente, añadiendo: «Espero, por el bien de Oriente Próximo, que Hamás acepte este acuerdo, porque la situación no mejorará, solo empeorará».

Pero Netanyahu parece tener otros planes. Con un lenguaje que combina mística de victoria y ambiciones geoestratégicas, prometió un renacimiento israelí sobre las ruinas del conflicto:
«Nuestras oportunidades son enormes. No vamos a desaprovecharlas. No las desaprovecharemos, no las perderemos», dijo, refiriéndose a la derrota de los «enemigos» y a un futuro «próspero» para Israel en lo económico, energético y diplomático.
El mensaje es claro: mientras se apuesta por una tregua, Tel Aviv redobla la guerra. Y en Gaza, la población civil sigue pagando el precio.