Mientras aumentan las denuncias por las condiciones de detención de los activistas pro Gaza, Naciones Unidas alerta sobre la imposibilidad de distribuir ayuda humanitaria en gran parte del enclave palestino.
Ocho de los doce tripulantes de la Flotilla de la Libertad permanecen detenidos en Israel, después de que las fuerzas israelíes interceptaran su embarcación en aguas internacionales cuando se dirigían hacia la Franja de Gaza.
Aunque cuatro ya han sido deportados, entre ellos Greta Thunberg y el español Sergio Toribio, los restantes se han negado a firmar la salida voluntaria y se enfrentan a una posible deportación forzada.
Las autoridades israelíes los acusan de haber ingresado “ilegalmente” al país, pese a que fueron detenidos en aguas internacionales. Según fuentes jurídicas, los activistas han denunciado condiciones extremas de reclusión, con reportes de infestaciones, falta de agua potable y uno de ellos, el brasileño Thiago Ávila, en huelga de hambre y sed desde el lunes.
El Ministerio del Interior de Israel ha recomendado su expulsión y les ha impuesto una prohibición de entrada de cien años. Por su parte, la organización legal Adalah, que lleva su defensa, ha exigido su liberación inmediata y ha presentado apelaciones alegando violaciones a los derechos humanos.
ONU: Solo siete de 18 intentos de ayuda en Gaza han tenido éxito
En paralelo a la situación de los activistas, Naciones Unidas denunció este martes que sólo ha podido completar siete de los 18 intentos para distribuir ayuda humanitaria en la Franja de Gaza durante la jornada anterior.
El portavoz adjunto del secretario general de la ONU, Farhan Haq, informó que “las autoridades israelíes continúan denegando muchos movimientos humanitarios en la Franja para proveer los limitados servicios disponibles para la población”.
Entre las operaciones humanitarias denegadas figuraban el transporte de agua en camiones, la recogida de combustible, la realización de una misión de rescate en Jan Yunis y la reparación de carreteras. También se indicó que se enviaron suministros adicionales al cruce de Kerem Shalom, aunque su recogida aún depende de la autorización israelí.
Esta combinación de restricciones sobre el terreno y persecución judicial contra quienes intentan llevar ayuda por vías alternativas ha desatado críticas internacionales y renovadas peticiones de acceso humanitario libre y sin trabas hacia Gaza.
Los pocos envíos permitidos fueron objeto de saqueos por parte de personas hambrientas, incluso hubo ataques violentos a camioneros.
Por su parte, la nueva “Gaza Humanitarian Foundation” (GHF), respaldada por Estados Unidos e Israel, ha sido señalada por ser poco transparente y manejar la distribución de forma caótica, con múltiples muertes reportadas en sus centros.
