La recién estrenada película Superman, dirigida por James Gunn, ha generado una ola de reacciones encontradas a nivel internacional. Mientras miles de espectadores la celebran por abordar temáticas sociales y cuestionar el uso del poder militar, medios conservadores y sectores afines al sionismo la acusan de “propaganda antiisraelí”.
El debate estalló en redes sociales tras el estreno, donde usuarios destacaron los paralelismos entre la invasión ficticia del país empobrecido Jahranpur por la potencia Boravia —respaldada por una superpotencia occidental— y el conflicto actual entre Israel y Palestina.
La cadena Fox News tildó la cinta de “woke” y “progresista”, mientras que plataformas como TRT Español la describieron como “la película más pro-palestina jamás vista en el cine comercial”.
Críticos señalan que la figura de Superman, al oponerse a una intervención injustificada y defender a una población civil desarmada, encarna una postura de resistencia ética que incomoda a quienes justifican la fuerza como herramienta de dominación.
James Gunn ha negado que su obra esté basada en el conflicto en Gaza, alegando que los países representados son ficticios. Sin embargo, la alegoría es evidente para muchos.
La trama muestra como el Daily Planet (periódico en el que trabaja Clark Kent) investiga una invasión disfrazada de cruzada moral, mientras Superman destruye tanques y se enfrenta al complejo militar-industrial encarnado por Lex Luthor, un villano que algunos comparan con figuras como Elon Musk.
La defensa de los inocentes, el rechazo a la deshumanización del «otro» y el dilema entre obedecer un legado violento o guiarse por valores humanos, convierten esta versión del héroe en un símbolo para quienes hoy claman por justicia y empatía frente al genocidio israelí en Palestina.
