El presidente estadounidense Donald Trump recibió en Washington el recién creado Premio de la Paz de la FIFA, un reconocimiento que la organización presentó como homenaje a “acciones extraordinarias” en resolución de conflictos.
La distinción llega en un momento políticamente incómodo para el mandatario: mientras el evento avanzaba en el Kennedy Center, continuaban en varias ciudades de EE.UU. operativos federales de detención de migrantes, con denuncias de arrestos arbitrarios e incremento de la retórica de odio contra comunidades latinoamericanas, afrodescendientes y musulmanas.
Gianni Infantino, presidente de la FIFA, entregó el galardón en el marco del sorteo del Mundial 2026. Trump aprovechó la ceremonia para atribuirse la “salvación de 10 millones de vidas en el Congo” y la supuesta mediación de conflictos entre India y Pakistán, afirmaciones sin verificación de organismos internacionales. También anunció que un “noveno conflicto” estaría cerca de resolverse, sin aportar detalles.
El reconocimiento contrasta además con la postura externa de la Casa Blanca, marcada por amenazas militares hacia Venezuela y Colombia, y por iniciativas diplomáticas sin avances tangibles, como el intento de impulsar un supuesto acuerdo para Ucrania que no cuenta con consenso real entre Kiev y Moscú.
La entrega del premio deja a la FIFA expuesta a críticas por la politización del galardón y por legitimar una narrativa que choca con el contexto interno de redadas masivas y creciente tensión internacional.

