Un avance revolucionario en la lucha contra la ceguera irreversible ha sido anunciado tras el exitoso ensayo clínico de Prima, una prótesis ocular que ha restaurado la visión a cientos de personas afectadas por la atrofia geográfica, la última etapa de la degeneración macular asociada a la edad (DMAE). Esta enfermedad afecta a aproximadamente 5 millones de personas a nivel mundial y era hasta ahora incurable.
Las pruebas, que involucraron a 38 pacientes de 17 centros hospitalarios de cinco países, mostraron que 27 de los 32 participantes con visión periférica limitada recuperaron la capacidad de leer letras, números y palabras tras un año de uso del dispositivo.
Prima consiste en un microchip fotovoltaico inalámbrico del tamaño de una tarjeta SIM implantado bajo la retina que, junto con unas gafas de realidad aumentada, transforma imágenes captadas en estímulos eléctricos que el cerebro interpreta como visión central. La prótesis funciona sin cables externos, utilizando luz infrarroja para alimentar el chip y permite compaginar la visión artificial con la periférica natural del paciente, mejorando su orientación y movilidad.
La recuperación visual es progresiva, mejorando con meses de entrenamiento, con pacientes alcanzando una agudeza visual de hasta 20/42 y mejorías medias de cinco líneas en pruebas optométricas. La mayoría de los usuarios emplean la prótesis para actividades cotidianas como la lectura de libros, etiquetas y señales.
Aunque 19 pacientes tuvieron efectos secundarios temporales —como hipertensión ocular y desgarros en la retina periférica— estos fueron manejados rápidamente sin riesgos graves para la vida.
El equipo investigador, liderado por Daniel Palanker de la Universidad de Stanford, planea desarrollar un software para distinguir tonos de gris con el objetivo de mejorar el reconocimiento facial y trabajar en prótesis con mayor resolución y estética optimizada. También explorarán la posibilidad de ampliar su uso a otras patologías causantes de ceguera.