Las protestas en Tel Aviv están lejos de convertirse en una exigencia para el fin del exterminio de gazatíes, la ocupación pareciera estar en los genes. Algo que tienen claro los israelíes es la necesidad del regreso de los retenidos en manos de la Resistencia Palestina, pero ese frente contra Benjamín Netanyahu ha ido creciendo paulatinamente desde hace dos años, y pese a represiones anteriores, hoy no podía ser la excepción.
Hamás mantiene en su poder a 48 israelíes, alrededor de 20 siguen con vida; los demás, según el movimiento islámico, han muerto en medio de los ataques sionistas contra la Franja de Gaza. El argumento de la ocupación para recrudecer los ataques era la recuperación de todos los retenidos, inicialmente eran 251. No ha logrado su objetivo, tampoco doblegar a la Resistencia.

Entre una engañosa tregua a favor de Israel e intercambios por cientos de presos de conciencia palestinos, fueron devueltos con vida 148 rehenes y más de 50 cuerpos. Las partes ahora negocian de manera indirecta en Sharm el Sheij, Egipto, una tregua que le permita el regreso de los 48 y el fin del exterminio, aunque de esto segundo no hay garantía alguna, tampoco de la retirada por completo de las tropas ocupantes, otro de los puntos diseñado por el gobierno de Estados Unidos, fiel aliado de Israel.
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“Ya había un acuerdo. Debemos recordarlo. Y el gobierno israelí rompió el alto el fuego y rompió el acuerdo”, decía Itamar Avneri, un manifestante en la Plaza de los Rehenes en Tel Aviv; fue la tregua de dos meses que le permitió al sionismo reacomodar fuerzas y municiones para cargar desde el 19 de mazo con mayor intensidad contra los palestinos, desde entonces la hambruna se propagó y los ataques, por doquier, se recrudecieron. Un tercio de los más de 67.000 asesinados se ha registrado desde entonces, según cifras oficiales.

Dos años de constantes ataques contra los palestinos le dejan a Israel pérdidas por más de 67.000 millones de dólares, según el Banco Central de Israel. Como Itamar, miles buscan obligar a la entidad sionista a llegar a un acuerdo con Hamás y cumplir con su parte, porque dos años del recrudecimiento de un genocidio que comenzó hace casi ocho décadas deja más clamor por los rehenes que respaldo a los ataques, lo que sugiere un cambio de prioridades tanto en el frente social judío como en el político; la Knéset (el Parlamento) ya debatió la destitución de Netanyahu, impulsada por la oposición y partidos ultraortodoxos que antes lo apoyaban.