Las protestas convocadas en Kenia han dejado, hasta la fecha, un saldo de al menos 31 personas fallecidas, 107 heridas y 530 detenidas, según la Comisión Nacional de Derechos Humanos (KNHRC).
Las autoridades, por su parte, han reportado un número menor de víctimas —“alrededor de una docena”— y atribuyen los disturbios a «grupos violentos» que aprovecharon las marchas para realizar saqueos y causar daños materiales en Nairobi y otras ciudades.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos pudo constatar que durante la jornada del martes en diferentes puntos del país hubo presencia de «bandas criminales que blandían armas rudimentarias, como látigos, porras de madera, machetes, lanzas, arcos y flechas», sin embargo en su informe señalan que en algunos casos operaban junto con la policía.
Las movilizaciones se han registrado en al menos 20 de los 47 condados del país, en el contexto del “Día de Saba Saba”, que conmemora las manifestaciones por reformas políticas de 1990. Sin embargo, el clima de tensión aumentó tras la muerte del bloguero Albert Ojwang, ocurrida mientras se encontraba bajo custodia.
Los manifestantes exigen la renuncia del presidente William Ruto y denuncian el aumento del costo de vida, el desempleo juvenil y casos de represión por parte de las fuerzas de seguridad.
Medios locales documentaron el uso de gases lacrimógenos, cañones de agua y, en algunos casos, munición real para dispersar a los manifestantes.
Organismos nacionales e internacionales han llamado a respetar el derecho a la protesta. La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos instó a las autoridades a evitar el uso excesivo de la fuerza y a garantizar condiciones para la manifestación pacífica.