En 2012, el mayordomo del Papa, Paolo Gabriele, filtró documentos confidenciales a la prensa, revelando corrupción, intrigas y luchas de poder dentro del Vaticano. Los documentos incluían cartas que mostraban cómo altos funcionarios vaticanos manipulaban contratos y favores, así como acusaciones de lavado de dinero. El escándalo dañó la imagen del Vaticano y expuso la posible falta de control de Benedicto sobre la Curia.

Benedicto ordenó una investigación interna, que resultó en el arresto y condena de Gabriele mas no de los acusados por el, dada la inmunidad de la iglesia que dictaminan que no podían ser interrogados,muchos vieron el escándalo como una señal de que el Papa no tenía el control necesario para gobernar la Iglesia en medio de tales divisiones lo que lo llevó a renunciar para llevarse a la Curia con él por cuanto al elegir nuevo papa la Curia debía reformarse.
Esa situación normalizó la discusión sobre la sucesión papal, incluso con el Papa Francisco en vida quien creó un precedente para que futuros Papas consideren la renuncia como una opción válida.
El Papa Francisco, elegido en 2013, había enfrentado varios problemas de salud en los últimos años. En julio de 2021, se sometió a una cirugía de colon, y desde entonces tuvo que limitar sus actividades debido a dolores crónicos en la rodilla, lo que lo lo obligó a usar silla de ruedas en ocasiones.
El Papa Francisco fue abierto sobre sus limitaciones físicas. En una entrevista en 2022, dijo: «Creo que Benedicto XVI no es un caso único. Ha sucedido que no tenía las fuerzas y honestamente, un hombre de fe tan humilde, ha tomado esta decisión. Creo que él es una institución. Hace 70 años no existían los obispos eméritos. Ahora hay muchos».» Esta franqueza alimentó las especulaciones sobre su posible renuncia y puso el foco en los posibles sucesores.
Otro factor que llevó a hablar abiertamente sobre un sucesor Papal son las Reformas del propio Francisco y las Divisiones Internas. El pontificado de Francisco ha sido uno de los más reformistas en la historia reciente de la Iglesia.
Sus esfuerzos por modernizar la institución, como su enfoque en la misericordia, su apertura hacia los divorciados y los LGBTQ+, y su énfasis en la justicia social y el cuidado del medio ambiente, han generado tanto admiración como resistencia.
Sectores progresistas vieron a Francisco como un líder visionario que llevó a la Iglesia al siglo XXI mientras que los sectores conservadores critican sus reformas, argumentando que diluyen la doctrina tradicional. Estas divisiones han llevado a un intenso debate sobre quién podría suceder a Francisco y si continuará su legado reformista o si la Iglesia dará un giro hacia posiciones más tradicionales.