La Casa Blanca intenta vender el acercamiento saudí-israelí como “un paso hacia la estabilidad regional”, pero en realidad se trata de un reposicionamiento estratégico del bloque proestadounidense tras el colapso del orden israelí post-Gaza.
Washington necesita urgentemente demostrar que su aliado más importante del mundo árabe sigue alineado, y Arabia Saudita utiliza esa necesidad para negociar desde la fuerza, exigiendo garantías de seguridad y acceso a tecnología avanzada.
La urgencia de Washington con Arabia Saudita
Tras los eventos en Gaza y el subsiguiente debilitamiento de la imagen de Israel como pilar de la seguridad regional, Washington se encuentra bajo una presión significativa para demostrar que su alianza más importante en el mundo árabe, Arabia Saudita, permanece firmemente alineada. La administración estadounidense necesita urgentemente un triunfo diplomático que reafirme su liderazgo y contrarreste la influencia creciente de potencias rivales en la región.
En este tablero, la «normalización» con Israel no es solo un acuerdo bilateral, sino una herramienta para resucitar la estructura de seguridad regional liderada por Estados Unidos. La Casa Blanca busca vender este acuerdo como la culminación de los Acuerdos de Abraham y una prueba de la resiliencia de su estrategia diplomática, aunque el precio por este apoyo es notablemente alto.
Riad negocia desde la fuerza

Arabia Saudita, consciente de la desesperación de Washington por asegurar su alineación, está utilizando esta necesidad como una palanca de negociación. El príncipe heredero, que inicia una visita clave a Estados Unidos tras siete años de aislamiento diplomático, no está simplemente cediendo a la presión; está negociando desde una posición de fuerza.
Las exigencias de Riad van más allá de los gestos diplomáticos. El Reino está pidiendo garantías de seguridad de defensa mutua con Estados Unidos y, de manera crucial, el acceso a tecnología avanzada, incluyendo la posible adquisición de aviones de combate F-35 y cooperación en la industria de defensa.
Arabia Saudita lleva más de una década intentando conseguir los F-35, pero Israel siempre bloqueó la operación para mantener su “ventaja militar cualitativa”.
El giro ocurre ahora porque:
- Israel está debilitado y depende más que nunca de Estados Unidos.
- Washington quiere asegurar que Riad no se desplace hacia China, especialmente en materia de drones, inteligencia artificial militar y cooperación nuclear.
- Trump busca un “triunfo geopolítico” que proyectar al interior.

Así, los F-35 se convierten en moneda de cambio para una alianza de seguridad ampliada, que incluye presencia militar estadounidense, acceso a datos y cooperación antimisiles.
Es un pacto que amarraría a Arabia Saudita al paraguas militar estadounidense durante décadas, frenando cualquier intento de autonomía con Rusia o China.
Esta jugada subraya la ambición saudí de convertirse en una potencia militar y tecnológica independiente, minimizando su vulnerabilidad estratégica.
La Administración del presidente de EE.UU., Donald Trump, está dispuesta a proponer a Arabia Saudita un acuerdo para la venta de armas estadounidenses por valor de más de 100.000 millones de dólares, informó Reuters, que cita a varias personas familiarizadas con el asunto.
¿Normalización o Garantías de Seguridad?
La normalización de las relaciones con Israel, que se plantea como el objetivo central de las conversaciones, parece ser la contrapartida pública a un acuerdo mucho más profundo y vital para Riad: un pacto de seguridad con Estados Unidos y la transferencia de tecnología crítica.
«Riad mantiene abiertas las negociaciones para normalizar las relaciones con Israel a cambio de un pacto de defensa vinculante con EE. UU. que garantice su seguridad. Pero es una operación arriesgada dado que el reino saudí es bastante impopular en EE.UU» Citan expertos.

En esencia, la tan publicitada «normalización» actúa como un telón de fondo diplomático para un realineamiento de poder que prioriza la supervivencia estratégica y tecnológica de Riad. Para Trump, autorizar la venta de los F-35 y otros compromisos en sectores clave como seguridad energética y liderazgo tecnológico, es el costo necesario para asegurar la permanencia de su aliado clave en la órbita occidental, en un momento en que el equilibrio de poder en Oriente Medio está más en juego que nunca.

