En la vorágine diaria, el botón de “posponer” la alarma se ha convertido en un aliado casi indispensable para muchos. Ese “solo cinco minutos más” parece inofensivo, pero la ciencia del sueño advierte que podría estar saboteando silenciosamente nuestras mañanas y nuestra salud.
La Dra. Rebecca Robbins, científica asociada en el Hospital Brigham and Women’s y experta en trastornos del sueño, explica que la primera alarma interrumpe etapas cruciales del sueño, y el tiempo adicional que se gana tras presionar el botón de repetición suele ser un sueño fragmentado y de baja calidad. Según un estudio reciente que ella coescribió, basado en datos de la app SleepCycle, el promedio de sueño extra tras la alarma es de apenas 11 minutos, lo que equivale a una noche de sueño completa al mes, señala cnnespanol
El sueño REM, predominante en la segunda mitad de la noche, es vital para la consolidación de la memoria y la función cognitiva. Sin embargo, el botón “snooze” rara vez permite regresar a esta fase profunda y reparadora, lo que podría afectar negativamente el estado de ánimo y la capacidad mental.
No obstante, la realidad no es tan simple. El Dr. Justin Fiala, neumólogo y especialista en medicina del sueño, señala que no hay consenso absoluto. Para personas con cronotipos nocturnos —aquellos que naturalmente prefieren horarios más tardíos—, el breve sueño ligero tras la alarma puede facilitar la transición hacia la vigilia, especialmente cuando sus obligaciones laborales o sociales los obligan a madrugar.
La clave, coinciden los expertos, está en la constancia y la duración adecuada del sueño. Dormir entre 7 y 9 horas por noche, manteniendo horarios regulares, ayuda a que el cuerpo complete sus ciclos naturales y minimice la sensación de inercia al despertar. Kimberly Honn, profesora de psicología en la Universidad Estatal de Washington, enfatiza que un patrón de sueño estable es tan importante como la cantidad de horas dormidas.
Para quienes buscan optimizar sus mañanas, la recomendación es clara:
Programar la alarma lo más tarde posible y aprovechar ese tiempo extra para rituales que fomenten la vigilia, como estiramientos, escribir un diario o preparar un desayuno saludable. Además, sincronizar el despertar con la luz natural del amanecer puede ser un aliado poderoso para activar el cuerpo y la mente.
En un mundo ideal, concluye Robbins, no dependeríamos del despertador para despertar, sino que el cuerpo se regularía naturalmente. Mientras tanto, entender cómo y cuándo usar el botón de posponer puede marcar la diferencia entre empezar el día con energía o con fatiga acumulada.