Por @unleashdracarys
Es probable que no lo sepas, pero éste y algunos otros datos curiosos que seguramente te has preguntado y no le has encontrado respuestas, te lo diremos en este artículo sin ocultar nada.
Colocando todo en contexto podemos iniciar diciendo que los misiles contra motores fuera de borda fue una táctica de guerra de Trump contra las lanchas en El Caribe y el debido proceso.
En el Caribe, donde los atardeceres deberían ser el único espectáculo explosivo, Estados Unidos (EEUU) decidió que la mejor forma de combatir el narcotráfico es con misiles.
Las varias preguntas que podrían derivarse de esto y que no han sido expuestas aún sobre la mesa pudieran ser las siguientes : ¿ Ha sido esta una interdicción marítima? ¿Una captura de sospechosos? ¿Un juicio justo? ¡Nah! Esto fue una acción para volar lanchas (sí, lanchas) en aguas internacionales y luego publicar un video en redes sociales como si fuera un tráiler de Hollywood.
Vamos a profundizar en esto enumerando lo innumerable para EE.UU. ¿Por qué? Por conveniencia de quienes se creen los dueños del mundo:
1- Legalidad opcional: ¿Quién necesita derecho internacional cuando tienes misiles?
La Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar) establece que las aguas internacionales están reservadas para fines pacíficos. El uso de fuerza letal sólo se permite en casos de legítima defensa, piratería o con mandato multilateral. Nada de eso ocurrió en los ataques recientes ordenados por Trump. No hubo amenaza inminente, ni resolución del Consejo de Seguridad, tampoco una bandera pirata ondeando en la proa de sus embarcaciones.
Ahora bien, lo más curioso es el término que ellos utilizan para justificar estas acciones: “narcoterrorismo”. Se lee grave, y suena urgente, pero no existe como figura legal en el derecho estadounidense. No existe legislación Federal que defina qué es el narcoterrorismo, ni qué conductas lo constituyen.
Lo que sí existe es una estrategia retórica: Designar a ciertos cárteles como “Organizaciones Terroristas Extranjeras” (FTO) y luego aplicarles el marco legal del terrorismo, aunque sus actividades no cumplan con los requisitos jurídicos de violencia con fines políticos contra no combatientes.
En otras palabras, utilizan un término sin sustento legal para justificar acciones sin sustento jurídico. ¿Parece un trabalenguas no? Pues sí, y no es que parece, lo es y de tipo macabro.
Mientras tanto, la DEA y los guardacostas estadounidenses siguen protocolos de interdicción que incluyen advertencias, abordajes y detenciones. En junio, por ejemplo, una operación conjunta de Venezuela con Países Bajos interceptó una lancha frente a Venezuela usando disparos de advertencia y captura de los tripulantes vivos. ¿Se preguntarán cuál es la diferencia? Es simple: Venezuela sigue el manual y EE.UU. lo quema. ¿Terrorífico, no?
Vamos al segundo punto. ¿Por dónde entra la droga? Les haré Spoiler de la película: ¡No por el Caribe! Perdón, pero se tenía que decir, y se dijo.
Fíjense, según el Centro Internacional de Investigación Marítima y reportes de la DEA, el 87% de la droga que llega a EE.UU. se hace por el Pacífico. La Operación Pacific Viper ha incautado más de 5,800 kg de cocaína en semanas. Pero claro, atacar lanchas cerca de Venezuela tiene más valor geopolítico que operativo. ¿Eficiencia por parte de EE.UU.? No. ¿Narrativa? ¡Absolutamente!
Pero los datos curiosos continúan. A ver, ¿creen ustedes que todas las objeciones que se han realizado desde el Capitolio estadounidense es justicia? No. ¡Es es asesinato!
Congresistas como Don Beyer (demócrata) y Rand Paul (republicano) han calificado los ataques como “despreciables” y “asesinatos sin juicio”. La ONU también se sumó, denunciando ejecuciones extrajudiciales. Pero en la Casa Blanca, el término “debido proceso” parece haber sido reemplazado por “conflicto armado no internacional”, una etiqueta que permite bombardear embarcaciones civiles sin pasar por tribunales.
¿Sigues interesado en leer estás revelaciones? Pues bien, ¡hay más!
Evidencia secreta, juicio inexistente:
Hasta ahora no se ha presentado evidencia pública de que las lanchas destruidas transportaran droga. Tampoco se ha identificado a los tripulantes muertos, ni se ha demostrado que representaran una amenaza. Bajo la legislación estadounidense, incluso los extranjeros tienen derecho a juicio antes de ser castigados. Pero en esta “guerra contra el narco”, el juicio se hace con explosivos y el veredicto se publica en Truth Social y en X.
¿Cuántas lanchas fueron destruidas? ¡Depende del día! Sí, así como lo leen.
Trump primero dijo que fueron tres. Luego, el Pentágono reportó cinco. Después, en un mitin, afirmó que “ya no hay más botes”. ¿La cifra oficial? Al menos 21 muertos en cinco ataques. Pero como todo en esa administración, los números son más flexibles que la legalidad de sus operaciones.
La hipocresía de la lucha antidrogas made in Trump trata de bombardear lanchas en El Caribe, mientras que en EE.UU. la adicción continúa siendo la principal causa del narcotráfico. No hay políticas públicas robustas contra el consumo, ni reformas al sistema de salud mental. Y en cuanto al lavado de dinero, Trump debilitó la Ley de Transparencia Corporativa y desmanteló unidades del Departamento de Justicia que investigaban empresas fachada. ¿Combatir el narco? Sólo si viene en lanchas y desde Venezuela.
Conclusión: ¿Antinarco o antichavismo?
El despliegue militar en El Caribe no responde a una estrategia seria contra el narcotráfico. Responde a una narrativa. ¿Cuál? La de un enemigo externo que justifica acciones internas. La destrucción de lanchas es sólo un tráiler.
El objetivo real es el cambio de régimen en Venezuela disfrazado de cruzada antidrogas. Porque en esta película, el villano no es la droga. Es el Gobierno venezolano que no se doblega ante sus pretenciones.
¡No crean que esta es la única película basada en hechos reales que verán! Seguirán y cada una de ellas terminará en: ¡Continuará!