A Isnotú no se le podía acceder en domingo, las entradas y salidas colapsaron por la cantidad de fieles, más de 20.000 en un conteo no oficial, cada uno con una historia con el santo. Días previos habían llegado al santuario más de 2.000. En la zona no hubo tráfico vehicular, era una marea humana sin distinción. Nadie hablaba de algo diferente.




“Mucha gente murió esperando la canonización” o “se ha hecho justicia religiosa finalmente”, comentarios como esos eran acompañados de lágrimas, creo han sido de los más sinceros agradecimientos que he podido ver. Por un momento no importó ser civil o militar, todos, hasta el de mayor coraza, vivieron el gozo. Fue una celebración a la que asistieron seguidores hasta de otros países, porque hace décadas la fe por el santo de los pobres salió de Venezuela.
José Gregorio Hernández entró a Isnotú cargado en hombros por médicos, ellos encabezaron una caravana de no menos de cinco horas desde Valera, la ciudad más poblada de la entidad. “milagrosamente no llovió, porque acá llueve a cada rato” dijo una fiel de la tercera edad, caminaba de la mano con un hombre que iba descalzo durante los 25 kilómetros de recorrido. Su nacimiento fue un milagro que le atribuyen desde hace 36 años. Como ese miles más
La imagen hiperreal, única en su estilo y esculpida por el merideño Israel Linares permanece desde hace un día en el santuario en honor a San José Gregorio. En la principal iglesia, la de la Virgen del Rosario, fue hecha en su nombre una misa que se convirtió en un acontecimiento sublime. Fue una fusión ente la espiritualidad y el orgullo profesado en cada nota musical del Sistema Nacional de Orquestas Simón Bolívar. No hubo llanto o suspiro en vano.
Eran miradas de esperanza. Una sola emoción envolvió a Trujillo. Nada se compara al ver a José Gregorio con una aureola y en una posición de espera con completa seguridad y humildad, eso siempre lo caracterizó, según su historia. Con lo vivido me permito citar una pregunta que inicialmente me dejó en silencio ¿qué pensará ahora él tras lo vivido?
Hoy, el lugar donde nació el santo amaneció con la sensación después de un milagro, lo entendí así en cada sonrisa. El milagro por el que esperaron 76 años, desde que comenzó el proceso para la santificación. Este lugar se convirtió en la capital religiosa del país, en un punto de encuentro que deja claro que la vocación de servicio como la del “médico de los pobres” une en esperanza y también cumple, aunque no se espere, porque José Gregorio nunca esperó retribución.
Juan Carlos Rozo.