Mientras el conflicto en la Franja de Gaza se mantiene en el centro de la atención mundial, organismos humanitarios internacionales y voces independientes advierten que el enclave palestino se encuentra al borde de una de las peores tragedias alimentarias del siglo XXI.
De acuerdo con cálculos recientes, si no se produce un cambio inmediato en el flujo de ayuda humanitaria y en el acceso a víveres esenciales, en pocos días hasta 400 personas podrían comenzar a morir diariamente debido al hambre y la desnutrición extrema en ese territorio asediado.
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Cifras que alarman y situación actual
Desde hace meses, la franja de Gaza enfrenta un bloqueo casi total, tanto en el transporte de bienes como en el movimiento de personas, lo que ha provocado el colapso de los servicios básicos y del suministro de alimentos. Según datos provenientes de agencias de la ONU como OCHA y la FAO, cerca de 1,1 millones de los 2,2 millones de habitantes de Gaza están al borde de la inanición, mientras que el total de la población enfrenta inseguridad alimentaria aguda.
Familias completas subsisten, en el mejor de los casos, con una comida al día, carente de los nutrientes mínimos indispensables para sobrevivir. Médicos describen cuadros crecientes de desnutrición infantil severa, retraso en el desarrollo y complicaciones letales asociadas a la inanición.
La escalada de la crisis en Gaza amenaza con multiplicarse de inmediato. Expertos advierten que, si no se levanta el bloqueo o no se abren corredores humanitarios de forma efectiva y sostenida, el número de fallecidos por hambre podría alcanzar y superar rápidamente las 400 personas por día. A este ritmo, decenas de miles de vidas estarían en peligro en cuestión de semanas, constituyendo una emergencia humanitaria sin precedentes en la región.
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La comunidad internacional cómplice y testigo
Diversas organizaciones internacionales han señalado a Europa como testigo y potencial cómplice de esta escalada de sufrimiento humano. A pesar de las reiteradas declaraciones de preocupación emitidas por líderes europeos y la Unión Europea en foros multilaterales, la ayuda efectiva que logra ingresar a Gaza sigue siendo insuficiente, sometida a controles estrictos y bloqueos. Organismos independientes y analistas en derechos humanos acusan a los países europeos de mantener una postura ambivalente; si bien algunos gobiernos han presionado públicamente para incrementar la asistencia, en los hechos no se han empleado todos los recursos diplomáticos ni se han tomado las medidas de presión necesarias para garantizar un cese duradero al bloqueo que facilita la hambruna.
El Parlamento Europeo y los jefes de Estado han realizado múltiples llamados al respeto al derecho internacional humanitario y a la protección de la población civil, pero la realidad sobre el terreno revela la ineficacia de tales exhortaciones: la hambruna avanza y la “catástrofe anunciada” está a punto de concretarse. Analistas consideran que, al no actuar con mayor determinación frente a quienes bloquean la entrada de alimentos, medicinas y agua, la comunidad internacional, y en particular Europa, asume una cuota de responsabilidad moral e incluso legal frente a los crímenes de lesa humanidad que pueden derivarse de esta crisis.
Testimonios desde el epicentro del desastre
Imágenes que llegan desde hospitales y refugios de Gaza resultan desgarradoras: madres que revientan colchones para encontrar migas de pan, médicos que no pueden suministrar ni el suero mínimo a los niños deshidratados y huellas tangibles de una sociedad completamente devastada por la falta de alimentos y medicinas. Testimonios recogidos por trabajadores humanitarios describen hospitales improvisados llenos de niños con miembros atrofiados por la desnutrición, ancianos postrados y desesperanza generalizada. “Pido comida y solo recibimos agua sucia. Todos aquí tienen hambre”, relata un habitante de Rafah, al sur de Gaza.
Mientras tanto, los convoyes de ayuda humanitaria internacional permanecen atascados en pasos fronterizos, frenados por restricciones políticas y falta de garantías de seguridad para los trabajadores de ONGs. Solo una fracción mínima de la asistencia logra llegar al territorio, y la prioridad debe destinarse exclusivamente a los grupos más vulnerables, dejando a la mayoría sin cobertura.
Alarmas de los organismos internacionales
El propio Programa Mundial de Alimentos ha calificado la crisis como “la más severa que se recuerda en el siglo XXI”. UNICEF, por su parte, ha advertido que miles de niños enfrentan un riesgo inminente de muerte si no se incrementa el flujo de ayuda y se permite el acceso de caravanas humanitarias sin más obstáculos. Otras organizaciones médicas confirman el desabastecimiento absoluto en clínicas y centros de salud, a lo que se suma la destrucción de la infraestructura sanitaria provocada por los bombardeos recientes.
La OMS también ha advertido que el aumento de muertes por inanición activa una “alarma pública internacional” y reclama a los Estados con mayor influencia -en especial europeos y norteamericanos- la adopción de medidas “urgentes y específicas” para detener la masacre silenciosa del hambre.
Urgen las acciones en Gaza
La historia juzgará con severidad a quienes permitieron cínicamente que cientos de personas murieran de hambre cada día, cuando existían los medios materiales y políticos para evitarlo. La cifra de 400 muertes diarias, citada por los expertos, no es solo un dato, sino el fiel reflejo de una tragedia que puede prevenirse si se produce una respuesta internacional decidida.
El tiempo para tomar acciones en Gaza es ahora. Europa y la comunidad internacional deben emplear todo su peso diplomático para forzar un cese inmediato del cerco y garantizar el libre acceso de ayuda fundamental a la población de Gaza. De lo contrario, cargarán para siempre con la sombra de la complicidad en una de las más atroces tragedias humanas contemporáneas.
