La producción petrolera de Ecuador vive el mayor colapso operativo en más de dos dédadas, el pasado 22 de julio, la extracción cayó a un mínimo histórico de apenas 31.831 barriles diarios, según datos del Banco Central del Ecuador (BCE).
De acuerdo a un análisis del portal Primicias, la producción de crudo en Ecuador se desplomó a su nivel más bajo afectando exportaciones, ingresos fiscales y la provisión de derivados. Las causas son estructurales: una red de oleoductos vulnerable y sin soluciones definitivas desde 2020.
Este desplome se explica por el cierre casi simultáneo del Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE) y del Oleoducto de Crudos Pesados (OCP), los dos principales sistemas de transporte de crudo del país.
El cierre de los oleoductos se debe a la erosión regresiva del río Coca que afectó tramos críticos de ambas infraestructuras a finales de junio, obligando a suspender operaciones.Se espera que ambos oleoductos se reactiven hacia finales de julio, lo que permitirá mitigar la crisis que impidió que durante más de tres semanas, Ecuador no pudiera evacuar su producción petrolera.
El corte en el transporte afecta las exportaciones petroleras, la producción de derivados como gasolinas y diésel, la provisión de insumos como asfalto y otros combustibles industriales, así como los ingresos fiscales.
Hasta mayo, las cuentas públicas ya mostraban señales de debilitamiento, y en abril el petróleo ya había perdido peso dentro del comercio exterior.
El peor colapso en más dos décadas
Este colapso representa una caída del 74%, respecto primer semestre del año. A lo largo del siglo XXI, Ecuador ha enfrentado múltiples episodios de disrupción petrolera. En mayo de 2003, por ejemplo, la producción cayó a 330 mil barriles diarios. Otro caso fue el paro nacional de octubre de 2019, que redujo la producción a 467 mil barriles diarios por bloqueos y daños a la infraestructura.
En diciembre de 2021, la erosión regresiva del río Coca provocó daños críticos en el sistema de transporte de crudo, obligando a detener tanto el OCP como el SOTE.
Esto forma parte de una secuencia de crisis cada vez más frecuentes e intensas. La erosión regresiva del río Coca ha sido reconocida como una amenaza desde hace más de cinco años, pero el trazado definitivo de los oleoductos por una zona más estable sigue pendiente.
El declive del mercado petrolero
Este desplome llega en un momento en que las cuentas fiscales ya daban señales de tensión. Entre enero y mayo, el Presupuesto General del Estado (PGE) acumuló un déficit de 1.255 millones de dólares, frente a un superávit de 364 millones de dólares en igual período de 2024, según el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).
Este resultado responde a una combinación de caída de ingresos y expansión del gasto. Los ingresos totales se redujeron un 2% interanual, con un desplome del 34% en los ingresos petroleros, que pasaron de 530 a 348 millones de dólares. Mientras que el gasto total creció un 15%, impulsado sobre todo por egresos no permanentes.
Por el lado externo, la balanza comercial también reflejaba señales de alerta. Entre enero y mayo, las exportaciones petroleras se redujeron 19,4%, como resultado de una caída del 7,7% en volumen y del 12,7% en el precio unitario, que promedió 61,2 dólares por barril.
Expertos advirtieron sobre la amenaza que representaba la erosión regresiva del río Coca. Hace cinco años propusieron un nuevo trazado, pero hasta hoy no se ha ejecutado. La rotación constante de autoridades y la ausencia de recursos para mantenimiento e inversión han debilitado un sector fundamental para la economía ecuatoriana.