El recién anunciado acuerdo comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea, negociado entre el presidente Donald Trump y la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen, ha desatado una tormenta política en Europa. Desde Francia hasta Hungría, las reacciones van desde la indignación hasta el rechazo total, tildando el pacto de “sumisión”, “rendición” y “desastre moral y económico”.
Francia: “Un día oscuro para Europa”

El primer ministro francés, François Bayrou, no escatimó palabras para describir lo que calificó como una derrota sin precedentes de la soberanía europea:
“Este es un acto de sumisión, un día oscuro para Europa. Hemos aceptado condiciones que colocan a nuestras industrias y nuestra dignidad por debajo del chantaje estadounidense.”
También señaló que el acuerdo refleja una “rendición estratégica que nos aleja de cualquier aspiración a una autonomía europea real”.
Hungría: “Trump se comió a von der Leyen en el desayuno”

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, ironizó el resultado de las negociaciones al afirmar:
“Trump se comió a von der Leyen en el desayuno. Es evidente que la UE no tiene una posición propia, y actúa como una sucursal de la Casa Blanca.”
A su juicio, la Comisión Europea ha traicionado los intereses del continente, cediendo ante un “imperio que no negocia, impone”.
El canciller húngaro, Peter Szijjártó, fue aún más directo:

“Lo que ha hecho Bruselas es un desastre. Necesitamos un nuevo liderazgo europeo que no nos venda a cambio de una palmada de Trump.”
Le Pen: “Un fiasco político, económico y moral”
Desde la ultraderecha francesa, Marine Le Pen calificó el acuerdo como
“un fiasco político, económico y moral que condena a Europa a la dependencia.”
Su aliado y presidente del partido RN, Jordan Bardella, remató:
“Von der Leyen ha entregado nuestra soberanía comercial a Washington. Es la rendición más grande desde Maastricht.”
Alemania: Divisiones internas y resignación
El canciller alemán, Friedrich Merz, intentó mostrar una cara positiva del pacto al declarar que;

“El acuerdo evita una guerra comercial con Estados Unidos”,
aunque reconoció que “algunos sectores estratégicos podrían verse golpeados”.
En contraste, el economista Clemens Fuest del Ifo Institute advirtió que el trato representa “una humillación para Europa” y pidió un cambio de estrategia para recuperar la autonomía comercial y tecnológica del continente.
Desde Irlanda, Bélgica y Países Bajos, las reacciones fueron más contenidas, aunque algunos líderes admitieron en privado que el acuerdo fue aceptado “para evitar represalias mayores de Washington”.
Una fuente diplomática neerlandesa declaró de forma anónima: “Esto no es un acuerdo, es un ultimátum disfrazado de tratado.”
Contenido del acuerdo bajo fuego
El polémico pacto impone un arancel general del 15 % a productos europeos a cambio de eliminar la amenaza de tarifas del 30 %. Además, la UE se compromete a comprar más gas natural, armas y chips estadounidenses, por un monto superior a los 750 mil millones de dólares.
El acuerdo ha sido percibido como una imposición unilateral que refuerza la dependencia energética, tecnológica y militar de Europa hacia EE. UU., afectando especialmente a los sectores agroalimentario, automotriz, químico y farmacéutico del bloque.
La tormenta política generada por este pacto ha expuesto las profundas fracturas dentro de la UE y ha reforzado las voces que exigen una reconfiguración del liderazgo europeo. Mientras Washington celebra su victoria comercial, en el viejo continente muchos ven el acuerdo como la evidencia de una Europa debilitada, dividida y a merced de intereses ajenos.