En el corazón de México, la historia se renueva mientras la nación entera celebra los 700 años desde la fundación de Tenochtitlán, la ciudad-estado mexica que dio origen al poderoso imperio que marcó un antes y un después en el continente americano. Este aniversario no solo rememora un hecho histórico, sino que también reconoce la pervivencia de una herencia cultural que sigue influyendo en la identidad mexicana contemporánea.

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Hace siete siglos, un grupo de pueblos nómadas conocidos como los mexicas arribaron a un lago en el altiplano central mexicano en busca de una señal profetizada en sus mitos sagrados. Según su tradición, debían establecerse en el lugar donde encontraran un águila posada sobre un nopal con una serpiente en su pico. Esta visión se hizo realidad en una isla del lago de Texcoco, donde fundaron Tenochtitlán en 1325, dando inicio así a un proceso histórico de gran trascendencia.
Tenochtitlán una ciudad que creció rápidamente
La ciudad creció rápidamente, gracias a la habilidad de sus habitantes para construir una urbe impresionante sobre el agua, empleando chinampas para la agricultura y sistemas avanzados de acueductos y calzadas. Tenochtitlán se convirtió en el centro político, religioso y económico del imperio mexica, que llegó a dominar gran parte de Mesoamérica hasta la llegada de los españoles en el siglo XVI.
Hoy, siete siglos después, la Ciudad de México se levanta orgullosamente sobre las ruinas de aquel espléndido asentamiento prehispánico. Sin embargo, más allá del espacio físico, el espíritu de Tenochtitlán continúa vivo y se manifiesta en múltiples expresiones culturales que son parte integral de la vida cotidiana en el país. La lengua náhuatl, que fue la lengua franca del imperio mexica, sigue hablada por comunidades indígenas y ha dejado una profunda huella en el idioma español mexicano. Términos como «chocolate», «tomate» y «aguacate» son ejemplos de palabras cuyo origen se remonta a la lengua mexica.

Asimismo, la gastronomía mexicana, reconocida mundialmente por su riqueza y variedad, tiene sus raíces en la herencia culinaria de Tenochtitlán. Ingredientes básicos como el maíz, el chile y el frijol eran parte fundamental de la dieta mexica y siguen siendo la base de numerosas recetas tradicionales que se disfrutan en todo el país. Platillos emblemáticos como el tamal, el mole y la tortilla recuerdan la sabiduría ancestral y la profundidad cultural que aporta este legado.
Una cultura que se mantiene en la actualidad
En el ámbito cultural, la influencia de Tenochtitlán se manifiesta en las celebraciones, el arte, la música y la literatura mexicanas. Las tradiciones originarias conviven y se fusionan con elementos contemporáneos, generando una identidad mestiza que es símbolo de diversidad y resistencia. La celebración de los 700 años de la fundación representa una oportunidad para reforzar el conocimiento y el aprecio por la herencia mexica, además de impulsar el reconocimiento y respeto hacia las comunidades indígenas actuales.

Las autoridades mexicanas y diversas instituciones culturales han organizado una serie de eventos conmemorativos que incluyen exposiciones, conferencias, conciertos y actividades educativas destinadas a difundir el conocimiento sobre Tenochtitlán y su importante papel en la historia de México y el mundo. Estos actos pretenden generar un diálogo entre el pasado y el presente, resaltando la continuidad cultural que une a generaciones.
En definitiva, esta conmemoración no solo nos invita a recordar la fundación de una ciudad legendaria, sino también a reflexionar sobre la importancia de preservar y valorar las raíces que han dado forma a la identidad mexicana. Tenochtitlán, con sus 700 años, sigue siendo un faro cultural que ilumina el camino hacia el entendimiento de nuestra historia y hacia el enriquecimiento de nuestra cultura nacional.