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Cómo el programa nuclear iraní sirve de excusa para redibujar Oriente Medio

Doble Rasero Nuclear: Irán bajo la lupa, Israel en la sombra

El Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), en vigor desde 1970, constituye la piedra angular de los esfuerzos globales para prevenir la expansión de armas atómicas. Este acuerdo clasifica a los países en dos categorías: los cinco estados nuclearmente armados reconocidos antes de 1968 (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia y China) y el resto de las naciones, que se comprometen a no desarrollar dicho armamento a cambio de acceso a tecnología nuclear para fines pacíficos.

Sin embargo, la aplicación de este tratado en Medio Oriente presenta un escenario de profundos contrastes, personificado en los casos de Irán e Israel.

Irán: Escrutinio y sanciones bajo el TNP

Irán es signatario del TNP desde 1970 y, como tal, ha permitido inspecciones del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) en sus instalaciones. Teherán sostiene firmemente que su programa nuclear tiene fines estrictamente civiles, una postura reforzada por una fatua (decreto religioso) de su líder supremo que prohíbe la fabricación y uso de armas nucleares. El exdirector de la Agencia Atómica iraní, Ali Akbar Salehi, reiteró en 2021 esta posición oficial.

A pesar de que el propio OIEA reconoció en 2015 no tener pruebas concluyentes sobre una dimensión militar activa en el programa iraní, el país ha sido objeto de severas sanciones internacionales, amenazas y una campaña de sabotaje que ha incluido el asesinato de varios de sus científicos.

En un esfuerzo por aliviar la presión, Irán firmó en 2015 el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) con las principales potencias mundiales, aceptando limitaciones aún más estrictas a su programa. No obstante, la retirada unilateral de Estados Unidos del acuerdo en 2018 bajo la administración Trump y la reimposición de sanciones llevaron a Irán a reanudar el enriquecimiento de uranio a niveles superiores a los pactados.

Como respuesta, Teherán comenzó a superar gradualmente los límites estipulados en el acuerdo, argumentando que sus acciones eran una contramedida reversible ante el incumplimiento estadounidense.

Israel: Opacidad nuclear fuera del marco legal
TNP

En marcado contraste, Israel nunca ha firmado el TNP y desarrolló su programa nuclear en secreto. Aunque mantiene una política de «ambigüedad nuclear» —sin confirmar ni negar oficialmente la posesión de estas armas—, informes de inteligencia y análisis de expertos internacionales estiman que posee un arsenal de entre 200 y 400 ojivas nucleares.

Este desarrollo se ha producido al margen de cualquier supervisión internacional, ya que Israel se niega a permitir inspecciones del OIEA en sus instalaciones clave, como el reactor de Dimona.

A pesar de operar fuera del marco legal del TNP, Israel no ha enfrentado sanciones por su programa nuclear. Por el contrario, es considerado un aliado estratégico clave por las potencias occidentales, especialmente Estados Unidos, que históricamente ha bloqueado resoluciones críticas en foros como la ONU y le proporciona miles de millones de dólares en ayuda militar anual.

«Israel debe unirse al TNP sin condiciones previas y someter todas sus instalaciones nucleares al régimen de salvaguardias del OIEA», declaró en 2022 el embajador iraní ante la ONU, Amir Saeid Iravani, resumiendo la exigencia de Teherán.

Análisis: ¿Preocupación nuclear o estrategia geopolítica?

Numerosos analistas sostienen que el enfoque sobre el programa nuclear iraní se utiliza como un pretexto para una agenda geopolítica más amplia: contener la influencia de Irán en Medio Oriente.

Teherán ha consolidado un «eje de resistencia» con actores estatales y no estatales en Irak, Siria, Líbano, Palestina y Yemen, desafiando la hegemonía regional de Estados Unidos y su principal aliado, Israel.

El politólogo Eduardo Luque argumenta que «la demonización de Irán no tiene que ver con el peligro nuclear, sino con su influencia estratégica y su resistencia a los dictados de Washington y Tel Aviv».

En la misma línea, el periodista Dax Toscano señaló en una entrevista con Telesur que la atención desmedida sobre Irán desvía la mirada del hecho de que las potencias occidentales e Israel son los principales poseedores de armas de destrucción masiva en la región.

Esta disparidad en el trato no solo alimenta la narrativa de un doble rasero, sino que, según críticos del sistema actual, socava la credibilidad del régimen de no proliferación.

La presión sobre Irán, que incluye sanciones económicas y una guerra encubierta, se justificaría así no por un peligro nuclear demostrado, sino como una herramienta para intentar reconfigurar el equilibrio de poder en una de las regiones más volátiles del planeta.

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