En una serie de declaraciones explosivas, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acusó a su predecesor, Barack Obama, de encabezar un complot sedicioso para derrocarlo tras las elecciones de 2016.
Las palabras del mandatario reavivan las tensiones políticas en medio de la tormenta que atraviesa la Casa Blanca por el caso Epstein y nuevas desclasificaciones sobre la supuesta “farsa del Russiagate”.
“Encontramos pruebas absolutas. Esto no es como evidencia, es una prueba irrefutable de que Obama era sedicioso, que Obama estaba intentando liderar un golpe de Estado”, afirmó Trump en una rueda de prensa el martes, asegurando que la conspiración fue llevada a cabo “con Hillary Clinton, con todas estas otras personas. Pero Obama lo lideró”.
Trump reiteró que “Barack Hussein Obama es el cabecilla”, e implicó directamente al actual presidente Joe Biden, entonces vicepresidente, y a altos funcionarios del gobierno anterior: “Hillary Clinton estaba con él, al igual que el ‘dormilón’ Joe Biden, y los demás: Comey, Clapper, todo el grupo. Intentaron amañar unas elecciones [en 2016] y los pillaron. Y luego, sí, amañaron las elecciones de 2020”.

Las declaraciones se producen luego de que la directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, desclasificara documentos que —según ella— contienen “pruebas abrumadoras” de cómo Obama y su equipo promovieron información falsa para inculpar a Rusia por la supuesta interferencia en las elecciones de 2016.
“Funcionarios de Obama filtraron declaraciones falsas a medios de comunicación”, reveló Gabbard, señalando que todo formó parte de una “conspiración traidora” que intentó usurpar la presidencia legítimamente ganada por Trump.
El presidente insistió en sus redes sociales que se trata del “crimen del siglo”, y calificó como “fantástico” el trabajo de Gabbard, quien ya anunció que entregará los documentos al Departamento de Justicia para su investigación. “Obama y los ‘matones’ acaban de ser inequívocamente expuestos al más alto nivel de fraude electoral”, escribió el mandatario en Truth Social.
Obama afirma que Trump solo desvía la atención del caso Epstein.
Desde el entorno de Obama no tardaron en responder. En un comunicado oficial, su portavoz Patrick Rodenbush tachó las acusaciones de “ridículas y un débil intento de desviar la atención”, especialmente en medio del escándalo reavivado por los vínculos de Trump con Jeffrey Epstein. “Estas alegaciones son lo suficientemente indignantes como para merecer una respuesta”, declaró.
El propio Obama, que había evitado referirse directamente a las múltiples polémicas de su sucesor, rompió el silencio esta semana: “Estas extrañas afirmaciones son ridículas. Es un intento de distracción que no merece más comentario”, expresó en un comunicado.

Mientras tanto, el gobierno de Trump se enfrenta a crecientes críticas por su manejo del caso Epstein, luego de negar la existencia de una lista de clientes del magnate, lo que generó descontento incluso dentro de las filas del movimiento MAGA. Para algunos analistas, las acusaciones contra Obama y otros líderes demócratas son un intento desesperado del presidente para recuperar el control del discurso mediático.
Pese a la gravedad de las declaraciones, las acusaciones de Trump contradicen múltiples investigaciones oficiales. En 2018, el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes concluyó que no había pruebas concluyentes sobre la injerencia rusa en los comicios de 2016 ni colusión con la campaña de Trump. A su vez, desde Moscú siempre se rechazaron esas acusaciones como “histeria”, en palabras del presidente Vladímir Putin.
Aún así, la controversia promete escalar. La directora Gabbard fue enfática: “No importa lo poderosos que sean, todas las personas implicadas en esta conspiración deben ser investigadas y procesadas con todo el peso de la ley. La integridad de nuestra república democrática depende de ello”.
Estados Unidos se adentra en una nueva etapa de polarización donde las instituciones, la credibilidad electoral y el liderazgo político están más cuestionados que nunca.