EE.UU. despliega su poder militar y mediático para controlar los precios energéticos mientras desafía el derecho internacional con apoyo de la OTAN.
Trump amenazó a productores de petróleo mundial tras bombardeos en Irán. A solo horas del bombardeo estadounidense contra instalaciones nucleares iraníes en Fordow, Isfahán y Natanz, Trump reapareció con fuerza en su red social Truth Social para enviar un mensaje cargado de advertencias a los principales países productores de petróleo.
“¡TODOS, MANTÉNGAN LOS PRECIOS DEL PETRÓLEO BAJOS! ¡ESTOY VIGILANDO! ESTÁN CAYENDO EN LAS MANOS DEL ENEMIGO. ¡NO LO HAGAN!”, escribió Trump, exigiendo que los precios no suban pese a la escalada militar provocada por Washington.

En otra publicación lanzó: “Al Departamento de Energía: ¡PERFOREN, CHICOS, PERFOREN! ¡Y digo AHORA!”, llamando a aumentar la producción de petróleo de forma inmediata para contrarrestar cualquier alza de precios.
El bombardeo a Irán, una violación del derecho internacional y una provocación de alto riesgo fue justificado por la administración Trump bajo el pretexto de “prevención nuclear”, aunque no se presentó evidencia de amenazas inminentes y sin autorización del Congreso de los Estados Unidos.
¿Y el libre mercado? control del petróleo por la fuerza
Los mercados energéticos reaccionaron de inmediato. El precio del crudo Brent saltó más de un 7 % tras conocerse los ataques, mientras que analistas advirtieron que si Irán decide cerrar el estratégico estrecho de Ormuz —paso obligado para el 20 % del comercio mundial de crudo— el barril podría superar los $100 o incluso llegar a $130.
Frente a esta posibilidad, Trump se convierte en vocero oficial del complejo militar-energético estadounidense, presionando abiertamente a la OPEP, a productores independientes y a empresas privadas para que no permitan una subida. No lo hace con diplomacia, sino con la amenaza implícita de consecuencias.
EE.UU. es hoy el mayor productor de petróleo del mundo

Aunque muchos aún asocian la dependencia petrolera con países de Medio Oriente, en 2024 EE.UU. superó los 13,5 millones de barriles diarios, consolidándose como el mayor productor global.
Esto le permite usar el petróleo como arma geopolítica, no solo en la OPEP, sino también para presionar a aliados (como Arabia Saudita o Emiratos) y enemigos por igual. La Casa Blanca lo sabe, y su llamado a “DRILL NOW” es parte de esa lógica de supremacía energética.
Aproximadamente 21 millones de barriles diarios pasan por allí (casi 1 de cada 5 barriles consumidos en el mundo).
Irán ha amenazado en el pasado con cerrarlo en caso de agresión directa, y ahora esa amenaza vuelve a cobrar fuerza.
Incluso una interrupción temporal elevaría los costos del crudo, afectando desde precios en estaciones de servicio en EE.UU. hasta el suministro en Asia y Europa.
El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), cuya principal fuente de financiamiento es EE.UU. (más de $200 millones anuales), emitió un informe crítico sobre los avances nucleares iraníes 48 horas antes del ataque. Muchos analistas señalan que ese informe fue la “chispa técnica” utilizada por Washington para justificar los bombardeos.
Tanto Beijing como Moscú condenaron el ataque y advirtieron que “la estabilidad global no puede ser rehén de las ambiciones energéticas de Occidente”. China, como mayor importador mundial de petróleo iraní, tiene intereses directos en la estabilidad del Golfo. Incluso se especula que ambos países podrían apoyar la desdolarización del petróleo como respuesta estratégica a la agresión estadounidense..