En los últimos meses, la represión de las protestas estudiantiles a favor de Palestina en las universidades de Estados Unidos ha revelado una alarmante tendencia hacia la vulneración de la libertad de expresión y una autocensura por miedo a ser deportados.
A raíz de la nueva escalada del asedio israelí en Gaza, miles de estudiantes salieron a las calles y campus universitarios para manifestarse en contra de la guerra y expresar su apoyo al pueblo palestino.
En respuesta, las autoridades iniciaron una suerte de persecución contra los manifestantes aplicando medidas disciplinarias y legales. Esta acción ha sido considerada por los estudiantes como un “peligro” para la libertad académica y la autonomía de los estudiantes.
Trump amenaza con quitar visas a los estudiantes

El impacto de estas medidas va más allá de las sanciones académicas. La administración de Trump ha dejado claro que cualquier estudiante que se oponga a la política exterior estadounidense o exprese solidaridad con los palestinos podría enfrentar la pérdida de su visa, su expulsión del país e incluso una prohibición de retorno.
Uno de los casos más emblemáticos ocurrió en la Universidad de Columbia, donde Mahmoud Khalil, un estudiante palestino, fue arrestado por supuestamente promover el antisemitismo.
Así sucedió con Leqaa Korda, una estudiante palestina de la Universidad de Columbia, a quien le fue cancelada su visa tras ser detenida en una de las manifestaciones. Las autoridades de inmigración alegaron que Korda había permanecido en EEUU de forma irregular. Esta misma estrategia se aplicó a Ranjani Srinivasan, una estudiante india que le fue revocada su visa.
El gobierno iraní respondió a esta acción de Trump ofreciendo becas a los estudiantes y profesores expulsados por su apoyo a Palestina. La Universidad de Shiraz anunció que recibiría a los académicos, brindándoles una oportunidad para continuar sus estudios y su labor educativa en un ambiente de libertad intelectual.