Lejos de suponer una carga para las naciones de acogida, los millones de migrantes venezolanos establecidos en Latinoamérica y el Caribe son «un motor de desarrollo», aportando con su consumo más de 10.600 millones de dólares anuales, según un informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) previo al Día Internacional del Migrante.
El ‘Análisis de la Contribución Fiscal y Económica de la Migración Venezolana’ revela cómo 5,7 millones de migrantes en ocho países de la región -Colombia, Perú, Chile, Panamá, Ecuador, República Dominicana, Costa Rica y Aruba- se han convertido en un agente activo de consumo, inversión y recaudación fiscal, dinamizando sectores clave como los de la vivienda, alimentación o servicios.
«Estamos convencidos desde la OIM que la migración es un motor de desarrollo, pero queríamos aportar información empírica para el relato positivo de la migración», y fue con ese objetivo que nació este estudio, explicó a EFE Julio Croci, oficial regional de enlace y política de esta agencia de Naciones Unidas y coordinador del informe.
Entre los hallazgos, «el más relevante» fue que el consumo de estos más de 5 millones de migrantes y refugiados venezolanos en estos ocho países -del total de 6,2 millones que están en la región- ha aportado más de 10.600 millones de dólares, remarcó el argentino Croci desde la sede regional de la OIM en Panamá.
Impacto fiscal en países de acogida
En pago de impuestos, de tasas, más de 1.800 millones de dólares, con picos muy importantes como Colombia y Perú, con más de 500 millones de aportes, y en Chile con más de 400, mostrando además «la importancia de los procesos de regularización y de integración», detalla, al permitir al migrante abrir una empresa o una cuenta bancaria, aumentando así el consumo y la aportación en el país de acogida.
Y es que muchos gobiernos de Latinoamérica y el Caribe han hecho «grandes esfuerzos en programas de regularización», habiendo permitido que más del 60 % de los migrantes haya accedido «a un sistema de regularización migratorio o a un reconocimiento o está en trámite una solicitud de refugio, pero hay un 40 % que todavía no», por lo que existe aún la posibilidad de que aumente esa aportación.
Convalidación de títulos y su impacto
Como parte de esta regularización, un factor clave es la convalidación de títulos, con una migración venezolana además con un buen nivel formativo, con experiencias positivas en las que se aceleró este proceso como Uruguay, Perú, Chile, Ecuador o Argentina. En el caso de este último, afirma Croci, está la asociación de médicos venezolanos que ha colaborado con más de 3.500 médicos que hoy trabajan en el sistema sanitario argentino.
«Lo que nosotros hemos visto, y analiza el estudio también, es que la migración en general no es una competencia laboral. Es una sumatoria de experiencias, de posibilidades», subraya el oficial de la OIM.
Así, en el año 2016-2017, por ejemplo, el 30 % de las residencias médicas en Argentina quedaban vacantes, explica Croci, porque gran parte de los galenos locales no querían ir a lugares remotos.
«Y eso empezó a ser cubierto con los médicos extranjeros que convalidaban sus títulos. Y tú no sabes, yo viví esa experiencia, la alegría de que después de 30 años sin tener médico en un pueblo rural, llegue el médico. Y esa persona al segundo día ya estaba integrada», relata.
Acompañamiento a emprendedores
También hay «algunos números que asombran», como los de Panamá, donde en los últimos 10 años hay más de 1.800 millones de dólares de inversión privada solamente venezolana que generan 50.000 puestos de trabajo, de los cuales 40.000 son para panameños, algo que se ve fácilmente en restaurantes o tiendas.
«Esto es lo interesante, cómo la migración genera empresas, genera emprendimientos, genera trabajo, no solamente para los propios migrantes, sino también para la comunidad de acogida», remarca Croci.
Desde la OIM se está apoyando a estos pequeños y medianos empresarios, acompañándolos a ferias internacionales de comercio para darles la «posibilidad de crecimiento, de creación de redes», con ejemplos icónicos como el de la migrante venezolana María Dorta en Perú, donde lanzó su negocio de pañales ecológicos.
Dorta, que tiene su casa-taller en el norte de Lima, explicó a EFE que eligió bautizar su marca de pañales ‘Kuyaiky Wawa’ (‘Te amo, bebé’, en quechua), porque así es cómo escuchaba a las madres y abuelas llamar a sus bebés, y pensó que podría ayudar en su aceptación en Perú tras vivir episodios de xenofobia.
Para Croci, historias como esta sirven para combatir la discriminación y la xenofobia, ayudan a «derribar esas paredes del desconocimiento y entender al otro, y entender que en ese mismo lugar puedo estar yo».
«¿Cuántos países (…) decían, ‘imposible pensar que migremos, aquí vienen, no nos vamos.’ Y hoy, sin embargo, la realidad es otra», advierte.
Cortesía de EFE

