Trump en una declaración que enciende las alarmas entre defensores de la libertad de prensa, sugirió públicamente que el Gobierno debería presionar a periodistas para que revelen sus fuentes, en respuesta a la filtración de un informe confidencial sobre el ataque estadounidense a instalaciones nucleares en Irán.
Durante una entrevista transmitida este domingo por Fox News, Trump expresó con claridad su postura: “Si quisieran, podrían averiguarlo fácilmente. Se acercan y le dicen al periodista: ‘Seguridad Nacional, ¿quién te lo dio?’”. Y remató: “Tienen que hacerlo”.
Estas palabras se refieren a los reporteros de CNN y The New York Times, quienes publicaron detalles de un informe preliminar de inteligencia que contradice la narrativa oficial sobre la supuesta efectividad del bombardeo a Irán.
Según el informe filtrado, las instalaciones de Fordo, Natanz e Isfahán no sufrieron daños significativos, lo que sugiere que el ataque solo habría retrasado unos seis meses el desarrollo del programa nuclear iraní.
Trump, molesto por la filtración, acusó a los demócratas de haber entregado la información clasificada y pidió que fueran “procesados”. También desacreditó el contenido del informe: «‘Fake news’ CNN, junto con el fracasado New York Times, se han unido para intentar degradar uno de los ataques militares más exitosos de la historia», declaró.
El secreto de fuente: pilar del periodismo democrático.

La propuesta de Trump representa una amenaza directa al secreto profesional de los periodistas, uno de los principios fundamentales del ejercicio del periodismo libre y responsable. Obligar a los reporteros a revelar la identidad de sus fuentes es comparable, en términos éticos, al intento de quebrantar el secreto de confesión en la religión o la confidencialidad entre abogado y cliente o médico – paciente.
El secreto de fuente permite que personas con información crítica o de interés público puedan hablar sin temor a represalias, especialmente en contextos de abuso de poder, corrupción o negligencia institucional. Sin esta garantía, muchas verdades jamás saldrían a la luz.
Repercusiones para la democracia.

Sugerencias como las de Trump erosionan el delicado equilibrio entre seguridad nacional y libertad de prensa. Si el poder político puede presionar o intimidar a periodistas para revelar sus fuentes, se abre la puerta a una prensa domesticada y silenciosa, incapaz de cumplir su rol como contrapoder y garante de transparencia.
En paralelo, el Pentágono ha iniciado una investigación criminal sobre las filtraciones, y el Gobierno evalúa restringir aún más el acceso del Congreso a información confidencial, en un giro preocupante hacia el secretismo institucional.
En la Constitución de los Estados Unidos, no existe una cláusula explícita que establezca el «secreto profesional» como un derecho fundamental. Sin embargo, el concepto de confidencialidad profesional se manifiesta a través de leyes y jurisprudencia, especialmente en el contexto de las relaciones abogado-cliente y la protección de fuentes periodísticas.