Este domingo, el Papa León XIV proclamó santos a siete nuevos beatos, entre ellos José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles, marcando un momento sin precedentes para Venezuela. La noticia fue recibida con profunda emoción y manifestaciones multitudinarias de fe en múltiples puntos del país, destacando el simbolismo social y espiritual que representan ambos nuevos santos.
En la madrugada del 19 de octubre, Caracas vibró con un acto emotivo en la plaza de La Candelaria, donde la aureola que ahora adorna a san José Gregorio Hernández fue llevada en procesión desde la iglesia Nuestra Señora de la Candelaria hasta la plaza central. La procesión fue encabezada por una niña vestida de ángel, simbólico impulso que consolidó el ascenso a los altares del emblemático doctor conocido como “el médico de los pobres”, cuyas oraciones han inspirado esperanza y sanación por décadas.
La Casa Museo José Gregorio Hernández y la plaza La Candelaria se convirtieron en epicentros de veneración, organizando vigilias y transmisiones en vivo de la misa de canonización. Diversas autoridades y sectores cercanos al gobierno del presidente Nicolás Maduro participaron en estas actividades, reflejando la importancia cultural y política del evento.
Un aspecto destacado fue la tradicional caminata de fe “Orgullo de nuestro pueblo”, que reunió a cientos de peregrinos en una marcha de 17 kilómetros desde Valera hasta Isnotú, en el estado Trujillo, lugar de nacimiento de Hernández. Médicos vestidos con batas y portando la imagen del santo acompañaron el recorrido, manifestando la inseparable alianza entre la vocación médica y la espiritualidad.
La figura de Carmen Rendiles, religiosa y fundadora de las Siervas de Jesús, fue igualmente homenajeada. Su dedicación a la educación y a los sectores más vulnerables inspira a quienes valoran el compromiso social, extendiendo el impacto de esta canonización más allá del ámbito religioso.
La elevación a santos de José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles representa no solo un reconocimiento espiritual, sino un símbolo poderoso de esperanza, justicia social y resistencia cultural para el pueblo venezolano en tiempos de desafíos y transformaciones.