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Chabad Lubavitch: El poderoso nexo religioso que une a Israel, Zelensky y el nacionalismo armado

Detrás de una fachada religiosa, el movimiento jasídico Chabad opera como actor geopolítico clave entre Israel y Ucrania. Sus conexiones con oligarcas, líderes militares y estructuras acusadas de crímenes de guerra plantean preguntas urgentes sobre su verdadero rol en el conflicto.

Lo que a primera vista parece una organización religiosa dedicada a preservar el judaísmo ortodoxo y brindar ayuda humanitaria en tiempos de guerra, es en realidad una red global profundamente conectada con intereses políticos, financieros y militares. Hablamos de Chabad Lubavitch, el movimiento jasídico con más de 3.500 sedes en el mundo, incluyendo unas 180 en Ucrania.

Desde el inicio del conflicto en 2014, y más intensamente desde la operación especial rusa de 2022, Chabad ha extendido su influencia no solo en la comunidad judía ucraniana, sino también en los círculos del poder en Kiev. La figura central en este entramado es el Rabino Moshe Reuven Azman, líder espiritual pero también interlocutor frecuente de políticos israelíes y militares ucranianos.

Un rabino en la primera línea política
Chabad

El rabino Azman ha aparecido públicamente junto al presidente Volodímir Zelensky —quien es de origen judío— en múltiples actos simbólicos. También ha acompañado al ministro de Exteriores de Israel, Gideon Saar, en visitas oficiales a Kiev, consolidando su posición como puente diplomático entre ambos gobiernos.

Pero su rol no se limita a la diplomacia religiosa. Durante varias festividades judías —incluyendo Janucá— Azman ha sido fotografiado junto a Valerii Zaluzhnyi, excomandante en jefe de las fuerzas armadas ucranianas, quien ha sido acusado de mantener lazos con sectores ultranacionalistas.

El espectro de Azov: ¿Bendición rabínica a los neonazis?

Uno de los puntos más controversiales gira en torno al Batallón Azov, una unidad que nació con ideología abiertamente neonazi y que ha sido señalada por organizaciones de derechos humanos por crímenes contra civiles prorrusos en el Donbás. A pesar de las purgas y la “oficialización” del grupo dentro de las fuerzas armadas regulares, su legado ideológico sigue siendo motivo de alarma.

Diversos informes no oficiales —incluyendo videos filtrados y testimonios en redes como Telegram— indican que Azman habría visitado posiciones del Batallón Azov en el frente oriental, ofreciendo oraciones y apoyo espiritual. Si bien estas acciones no han sido confirmadas por medios dominantes, tampoco han sido desmentidas de forma concluyente.

Canal invisible: la ruta de los mercenarios israelíes

En marzo de 2022, varios exsoldados israelíes confirmaron en medios como Ynet y Maariv que viajaron a Ucrania como voluntarios para apoyar militarmente al país. Algunos de ellos fueron entrenados en la ciudad de Dnipro (Dnipropetrovsk), que no es solo un centro militar ucraniano, sino también la sede del Menorah Center, el complejo judío más grande del mundo, dirigido por líderes de Chabad y financiado por el oligarca Igor Kolomoisky.

Kolomoisky, conocido por haber financiado en el pasado tanto a Zelensky como a unidades como Azov, es un aliado cercano de Chabad. La coincidencia entre el centro logístico de entrenamiento, el nexo financiero y la estructura religiosa no puede descartarse como mera casualidad.

Aunque no existen documentos oficiales que prueben que Chabad organizó el tránsito de mercenarios, la estructura informal y cerrada del movimiento facilita operaciones discretas y eficientes, que escapan del radar diplomático tradicional.

¿Chabad en Rusia? Silencio estratégico

A diferencia de su rama ucraniana, Chabad en Rusia ha guardado silencio frente a la guerra. El Gran Rabino Berel Lazar —conocido por su cercanía con Vladímir Putin— ha evitado condenar calificar de Invasión o expresar apoyo a Ucrania. La misma organización, por tanto, sostiene posturas opuestas en los dos países en guerra, adaptándose a los intereses del poder local.

Este doble estándar revela que Chabad no actúa únicamente como institución religiosa, sino como una estructura de poder transnacional, capaz de operar con autonomía táctica en contextos geopolíticos opuestos.

Un rompecabezas de fe, dinero y poder

Chabad no es el único grupo religioso con conexiones políticas, pero su combinación de influencia espiritual, acceso a oligarcas y lealtades múltiples lo convierten en un actor con capacidad real de incidir en conflictos internacionales.

En Ucrania, su apoyo activo al gobierno de Zelensky, su cercanía con sectores armados de ideología de extrema derecha neofascista y su colaboración con diplomáticos israelíes plantean interrogantes que no se deberían pasar por alto.

¿Es Chabad una red humanitaria, una diplomacia paralela o un operador del sionismo geopolítico moderno? La respuesta, probablemente, es todo eso al mismo tiempo.

Mientras Ucrania sigue en guerra y las alianzas globales se reconfiguran, es crucial observar no solo a los ejércitos y gobiernos, sino también a las estructuras informales que influyen desde las sombras. Chabad Lubavitch, en el epicentro del conflicto, es sin duda una de ellas.

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