En el tramo surcoreano de su gira por Asia, el presidente estadounidense Donald Trump selló avances significativos en materia comercial con Corea del Sur, al tiempo que enfatizó su intención de reforzar la alianza en seguridad regional.
El encuentro con el presidente surcoreano Lee Jae-myung dejó pactado un esquema de inversiones de EE.UU por US$ 200 mil millones en efectivo, parte de los US$ 350 mil millones originalmente prometidos, con pagos anuales limitados a 20 mil millones, junto a otros US$ 150 mil millones destinados a cooperación en construcción naval.
Trump calificó el acuerdo como “prácticamente finalizado” ante los líderes presentes en una cena en Gyeongju, afirmando que se logró “progreso dramático” en una negociación que estaba estancada.
Como contraprestación, Corea del Sur accedió a rebajar los aranceles estadounidenses sobre sus productos, desde el 25 % inicial hasta un 15 %.
Tratos cerrados con Trump pero con condiciones

Durante la ceremonia protocolar, Lee presentó a Trump la Gran Orden de Mugunghwa (la máxima condecoración civil surcoreana) y una réplica de una corona del antiguo reino de Silla, símbolos de respeto y reconocimiento diplomático. Trump se mostró emocionado: “Me gustaría ponérmela ahora mismo”, declaró.
No obstante, los analistas advierten que, más allá del brillo ceremonial, persisten interrogantes sobre la viabilidad práctica del acuerdo: cómo se estructurarán las inversiones, qué proyectos concretos se financiarán, y si Corea podrá asumir el impacto financiero sin desequilibrios.

Además, existe cautela frente a las demandas estadounidenses de que Seúl asuma mayor carga para su propia defensa y una revisión del rol militar surcoreano en el contexto de amenazas de Corea del Norte.
Trump, durante su gira, también ha manifestado apertura para reuniones futuras con el líder norcoreano Kim Jong-un, señalando que ya mantuvo una buena relación con él en el pasado y sugiriendo que “volverán a hablar algún día”.
A su vez, su gira coincide con un acercamiento diplomático con China: se prevé una reunión con Xi Jinping en Busan, Corea del Sur, con la meta de avanzar en un acuerdo estratégico.
El pacto comercial alcanzado no es definitivo: está lleno de cláusulas condicionadas y pasos pendientes. Pero para Trump, consolidar esa “victoria” simbólica y operativa en territorio aliado representa una pieza clave de su reinserción global.

