Por @unleashdracarys
Dicen que cuando Trump (@POTUS) habla de Paz, hasta las bombas se detienen para escuchar. Según el Presidente Estadounidense, su intervención en el conflicto de Gaza ha sido “decisiva”, “histórica” y “la más grande contribución a la humanidad desde la invención del Big Mac”. En su reciente discurso en El Cairo, no escatimó elogios a sí mismo ni a su socio preferido, Benjamín Netanyahu, a quien describió como “un gran amigo que sólo me llama cuando necesita armas de las que ni siquiera había oído hablar”. Pero tranquilos, que las consiguieron. Y según Trump, “las usaste muy bien”.

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La verdadera presión: Las calles del mundo se levantan
Mientras Trump se autoproclama pacificador, el mundo se ha volcado en las calles para denunciar el genocidio en Gaza. Las movilizaciones han sido masivas, transversales y profundamente humanas. Estas son las ciudades protagonistas :
- Madrid: Más de 400.000 personas exigieron el fin del comercio de armas con Israel.
- Barcelona: 70.000 manifestantes, incluyendo figuras como Ada Colau y Pep Guardiola.
- Roma: Cientos de miles marcharon desde el Coliseo hasta San Juan de Letrán.
- Londres: Protestas en Trafalgar Square, incluso bajo amenaza de arrestos.
- París, Lisboa, Bilbao, San Sebastián, Vitoria, Valencia, Sevilla, Málaga, Vigo, Pamplona… y sí, incluso Tel Aviv, donde ciudadanos israelíes se manifestaron contra la ofensiva militar y en apoyo a Palestina.
Estas protestas no fueron espontáneas ni aisladas. Fueron el resultado de una indignación global que desbordó fronteras, ideologías y continentes.
Reconocimiento diplomático: Palestina gana terreno
En paralelo, la diplomacia palestina logró un avance sin precedentes. En septiembre de 2025, varios países del G7 y de Europa Occidental formalizaron el reconocimiento del Estado palestino:
- Canadá, Francia, Reino Unido, Australia, Portugal, Bélgica, Luxemburgo, Andorra, Malta, Mónaco y San Marino se sumaron a los más de 150 países que ya reconocen a Palestina como Estado Soberano.
Este giro diplomático no fue producto de una súbita iluminación moral de las potencias occidentales, sino de una presión popular y política que hizo insostenible la complicidad con el régimen israelí.

La Riviera de Gaza: El plan inmobiliario de la Paz
En medio de este contexto, Trump presentó su plan maestro: convertir a Gaza en una “Riviera del Medio Oriente”, un paraíso inmobiliario que, por supuesto, requiere el desplazamiento de la población gazatí hacia países vecinos. Según el análisis de American Progress, este proyecto no sólo ignora la historia y el sufrimiento palestino, sino que revela una visión colonial y mercantilista del conflicto.
La idea de que la paz se construye con resorts y desalojos forzados es tan grotesca como el hecho de que Jared Kushner, yerno de Trump, haya sido parte de la delegación en Egipto no para negociar la Paz, sino para explorar oportunidades de inversión inmobiliaria en la zona.
Armas, contratos y cinismo
La frase de Trump en El Cairo lo dice todo:
“Bibi Netanyahu me llamó muchísimas veces pidiéndome armas de las que ni siquiera había oído hablar, pero las conseguimos aquí, ¿verdad? Las usaste muy bien.”
Este tipo de declaraciones no sólo lo desacreditan como mediador, sino que lo colocan como cómplice activo en el genocidio. Su rol no fue el de pacificador, sino el de proveedor logístico de una maquinaria de exterminio.
Gaslighting diplomático: El mayor fraude narrativo del siglo
Pretender que Trump —quien facilitó armas, promovió el desplazamiento forzado y buscó beneficios económicos personales— sea ahora el “forjador de la Paz” en Gaza, esto es un insulto a la memoria de las víctimas y a la inteligencia colectiva.

La Paz, si llega, será del pueblo
Si algún día la Paz se respeta en Gaza, no será gracias a acuerdos entre empresarios y genocidas. Será el resultado de millones de voces que se alzaron en todo el mundo, de gobiernos que finalmente escucharon a sus pueblos, y de una resistencia que se niega a desaparecer.