El presidente de Madagascar, Andry Rajoelina, fue destituido este martes tras semanas de protestas encabezadas por la Generación Z. El Ejército tomó el poder y suspendió la Constitución con la promesa de formar un «gobierno civil».
«Estamos tomando el poder», declaró el coronel Michael Randrianirina a periodistas frente al palacio presidencial en la capital Antananarivo. Los militares dijeron que todas las instituciones se disuelven a excepción de la Cámara Baja del Parlamento, la Asamblea Nacional. Pese a que el presidente Andry Rajoelina había decretado previamente la disolución de dicha Cámara, hoy los diputados se reunieron y votaron a favor de su destitución.
Justo después de que el Parlamento votara a favor de destituir a Rajoelina, quien huyó del país temiendo por su seguridad, el líder de la unidad militar de élite Capsat, dijo que las fuerzas armadas formarían un consejo compuesto por oficiales del ejército y la policía, y que nombrarían a un primer ministro que tomará las riendas del gobierno civil.

El jefe militar también indicó que la Constitución y los poderes del Alto Tribunal Constitucional habían sido suspendidos y se celebraría un referéndum en dos años, aunque se limitó a dar más detalles. La oficina de Rajoelina publicó un comunicado condenando el anuncio de Randrianirina como una «declaración ilegal» y «una grave violación del estado de derecho», además de afirmar que «el Estado sigue en pie».
El depuesto presidente llegó al poder como líder de transición en un golpe de Estado respaldado por el ejército en 2009.
Pobreza e inestabilidad política
Madagascar es un extenso país insular frente a la costa este del sur de África, alberga a unos 30 millones de habitantes. Es el mayor productor mundial de vainilla y debido a su aislamiento geográfico es conocido por su biodiversidad. Desde que obtuvo su independencia del dominio colonial francés en 1960, ha luchado por superar la pobreza y la inestabilidad política, incluida una serie de golpes de Estado.
La caída de Rajoelina fue el punto culminante de semanas de protestas lideradas por la llamada generación Z que comenzaron debido a los persistentes cortes de electricidad y agua, pero que se transformaron en manifestaciones de frustración con el gobierno y el liderazgo del político de 51 años.
Los manifestantes plantearon una variedad de temas, entre ellos la corrupción gubernamental, el acceso a la educación superior, el costo de vida y la pobreza, que afecta a aproximadamente el 75% de la población de Madagascar, según el Banco Mundial.
Aunque las protestas fueron lideradas por jóvenes, también participaron otros sectores, incluidos grupos cívicos y sindicatos.