En un contexto global marcado por la polarización, la XIII Reunión Internacional de Altos Representantes de Seguridad celebrada en Moscú ha reafirmado el papel estratégico de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) como un actor clave en la seguridad euroasiática.
La alianza político-militar, impulsada por Rusia y sucesora del Pacto de Varsovia, busca consolidar una arquitectura de seguridad regional frente a las crecientes amenazas geopolíticas, extremistas y desinformativas.
El presidente Vladímir Putin fue enfático al señalar que la OTSC constituye «uno de los pilares clave de un orden mundial justo, multipolar», defendiendo una seguridad internacional “donde todos los Estados puedan recibir garantías firmes de su propia seguridad, pero no a costa de la seguridad y los intereses de otros países».
La OTSC está conformada actualmente por Rusia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán. Armenia, que fue miembro, se desvinculó de la organización en 2024, denunciando su «negligencia» ante la crisis de Nagorno Karabaj. Esta salida expuso las tensiones internas del bloque y subrayó los desafíos para mantener la cohesión en tiempos de inestabilidad regional.
Amenazas y prioridades en la región
El retorno de los talibanes en Afganistán, el resurgimiento del extremismo islamista en Asia Central —incluido el Estado Islámico del Gran Khorasán (ISIS-K), presunto responsable del reciente atentado en Moscú— y las repercusiones de la guerra en Ucrania, han creado un entorno de alta tensión. Frente a este escenario, la OTSC aboga por una mayor cooperación y respuesta coordinada.
En la cumbre, se establecieron tres ejes de acción:
- Fortalecer las capacidades militares conjuntas del bloque,
- Responder a amenazas transfronterizas, especialmente en la frontera tayiko-afgana, y
- Definir su papel dentro de un nuevo orden internacional que desafía la hegemonía occidental.
El presidente de Kazajistán, Kassym-Jomart Tokayev, resaltó el papel de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), aliada estratégica de la OTSC, afirmando que es “una de las estructuras internacionales más influyentes”.
Críticas a Estados Unidos y la OTAN
Durante la cumbre, las acusaciones a Occidente y Estados Unidos son señaladas como un actores desestabilizadores por imponer «sanciones criminales» y «unilaterales» que, según los mandatarios presentes, violan la Carta de la ONU.
También se cuestionó la presencia militar estadounidense en Asia Central tras el 11-S y su reciente decisión de autorizar el uso de misiles de largo alcance por parte de Ucrania, lo que «afecta la seguridad de los países miembros».
El modo de retirada de EE.UU. de Afganistán también fue duramente criticado, al haber dejado «un vacío» que generó «anarquía regional» y convirtió la zona en un “nido de terrorismo”.
La desinformación como amenaza híbrida
Uno de los puntos más destacados de la reunión fue la guerra informativa. Se enfatizó la necesidad de reforzar las capacidades de ciberdefensa frente a la «propaganda negativa» y el «revisionismo histórico» promovido por potencias occidentales.
El presidente bielorruso, Aleksandr Lukashenko, llamó a posicionar a la OTSC como garante de la “verdad geopolítica” frente al “colonialismo mediático occidental”.
Desafíos y futuro de la OTSC
A pesar de los avances y la retórica de unidad, la cumbre también dejó en evidencia las limitaciones de la organización. La salida de Armenia, sus críticas abiertas, y su acercamiento a la Unión Europea, son señales de una fractura potencial dentro del bloque.
El analista ruso Fyodor Lukyanov advirtió que «el futuro de la OTSC dependerá de su capacidad para responder de forma efectiva y rápida a las crisis regionales», advirtiendo que el bloque corre el riesgo de convertirse en una plataforma meramente diplomática si no se adapta a las nuevas dinámicas geopolíticas.
