Pakistán se enfrenta a una grave tragedia humanitaria causada por las intensas lluvias monzónicas que afectan al país desde junio de 2025. Según los datos más recientes de la Autoridad Nacional de Gestión de Desastres (NDMA), hasta el 19 de agosto se han registrado al menos 706 personas fallecidas por las inundaciones y 958 heridos. Además, más de 150 personas continúan desaparecidas en las zonas afectadas, mientras los equipos de rescate siguen realizando labores urgentes.
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Epicentro de la tragedia: provincia de Khyber Pakhtunkhwa
La región más afectada es el extremo noroeste, especialmente la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, donde se concentra más de la mitad de las muertes con 427 víctimas confirmadas. En particular, los distritos de Buner y Shangla han sufrido una devastación extrema. Buner es el distrito de Pakistán con la mayor cantidad de fallecidos, superando los 200 muertos, mientras que fueron destruidas miles de viviendas, puentes y carreteras, dejando a muchas comunidades aisladas.
El fenómeno de las inundaciones repentinas que convirtió en Pakistán los arroyos en torrentes violentos ha causado muchos colapsos de viviendas y deslaves, factores que explican la mayoría de las muertes. En un solo episodio, una fuerte lluvia en el distrito de Swabi provocó la destrucción de varias viviendas y la pérdida de más de 20 vidas.

Respuesta del gobierno de Pakistán y ayuda humanitaria
Frente a la emergencia, el primer ministro Shehbaz Sharif ha garantizado el apoyo total del gobierno federal a las zonas afectadas. Se ha dispuesto que los miembros del gabinete donen un mes de salario para financiar las labores de rescate y ayuda. Además, el gobierno ha enviado provisiones vitales, como alimentos, medicinas, y equipos médicos, y ha desplegado equipos adicionales de búsqueda y rescate para asistir a las víctimas.
A la fecha, se han establecido 456 campamentos de ayuda para las personas desplazadas, y se han logrado rescatar a 17,917 personas atrapadas en las áreas afectadas. Sin embargo, la situación sigue siendo precaria en Pakistán debido al riesgo de nuevos episodios de lluvias torrenciales que se prevén en las próximas semanas.

Impacto social y económico
Las pérdidas materiales superan los 126 millones de rupias, afectando tanto a propiedades públicas como privadas. Se han reportado daños o destrucción de 2,934 viviendas en todo Pakistán, la pérdida de 1,108 cabezas de ganado, y el deterioro de más de 450 kilómetros de carreteras y 152 puentes. Esta situación complica la llegada de ayuda y dificulta la vida cotidiana en las comunidades rurales.
El desastre recuerda las devastadoras inundaciones de 2022, cuando Pakistán perdió más de 1,700 vidas y sufrió pérdidas económicas millonarias, situación que todavía impacta la capacidad del país para responder a estas emergencias climáticas frecuentes.

Escenario de riesgo continuo
El presidente de la NDMA, el teniente general Inam Haider, advirtió que la alerta se mantiene hasta finales de agosto, con la probabilidad de dos o tres nuevos episodios de lluvias intensas. Mientras tanto, la prioridad sigue siendo encontrar a los desaparecidos, atender a los heridos, y reconstruir las infraestructuras básicas para evitar un colapso mayor.
Las actividades de rescate han sido especialmente difíciles debido a las condiciones geográficas montañosas y la destrucción masiva de puentes y caminos, lo que aísla a la población y ralentiza la ayuda. Esto ha hecho aún más compleja la operación de búsqueda, donde incluso equipos de rescate han sufrido víctimas; por ejemplo, la caída de un helicóptero durante una misión provocó la muerte de cinco integrantes de la tripulación.
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Humanidad en medio de la crisis
En medio del dolor y la desesperación, las familias afectadas realizan ceremonias funerarias para despedir a sus seres queridos, mientras continúan esperando noticias sobre los desaparecidos. Los testimonios de supervivientes relatan escenas dramáticas, con inundaciones que superaron la resistencia de las viviendas y camaradería entre comunidades para enfrentar la tragedia.
A pesar de la magnitud del desafío, la solidaridad nacional e internacional comienza a movilizarse. Organizaciones humanitarias locales e internacionales están presentes apoyando con ayuda urgente, ya que se estima que el 60% de las familias damnificadas han perdido su único medio de subsistencia.