Sudáfrica y su presidente Ramaphosa, buscaron calmar tensiones con Trump en un intento por recomponer los lazos bilaterales y frenar la creciente narrativa de crisis racial promovida por sectores conservadores estadounidenses.
Ramaphosa se reunió este martes con el presidente Donald Trump en la Casa Blanca. El encuentro ocurre en medio de una crisis diplomática provocada por las afirmaciones de Trump sobre una supuesta “persecución sistemática” de agricultores blancos en el país africano, y tras la reciente llegada de cientos de sudafricanos afrikáners que han solicitado asilo en EE. UU. alegando persecución.
La tensión alcanzó un punto álgido este miércoles, cuando el presidente Donald Trump confrontó a Ramaphosa con un video que presentaba afirmaciones desacreditadas sobre un supuesto «genocidio blanco» en Sudáfrica. La emboscada ocurrió durante la comparencia de ambos mandatarios ante la prensa en el despacho de la Casa Blanca.
Trump reprodujo imágenes de personas coreando «Maten al bóer, maten al agricultor», una retórica que ha sido ampliamente cuestionada por organismos internacionales y el propio gobierno sudafricano. «Lo que está pasando en Sudáfrica es horrible. Es un genocidio de blancos, y nadie quiere hablar de ello», afirmó Trump en un mitin la semana pasada, reiterando una narrativa que ha ganado tracción en medios conservadores y entre líderes republicanos.
Ramaphosa, por su parte, mantuvo la compostura ante lo que algunos observadores describieron como una «emboscada» diplomática. En respuesta a las imágenes, el presidente sudafricano afirmó que los cánticos no representan la política de su gobierno y que su país combate el crimen en todas sus formas, sin importar la raza de la víctima o del perpetrador. Además, señaló que la criminalidad afecta a personas de todas las razas y que la mayoría de las víctimas son negras
Ramaphosa llegó a Washington con una delegación cuidadosamente diseñada para apaciguar el tono del presidente, incluyendo a las estrellas del golf Ernie Els y Retief Goosen, así como al magnate Johann Rupert, todos conocidos por sus vínculos con Trump. Aún así, el clima fue tenso.
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¿Éxito diplomático o enfrentamiento latente?
En Sudáfrica, la gestión de Ramaphosa fue elogiada por su compostura ante lo que se percibió como una «emboscada». Fikile Mbalula, líder del Congreso Nacional Africano, elogió a Ramaphosa por «poner las cosas en claro». Sin embargo, el partido de los Luchadores por la Libertad Económica de Julius Malema criticó a la delegación, afirmando que «fracasó estrepitosamente» en disipar el mito del genocidio blanco.
La canción «Dispara al bóer, dispara al granjero», emblemática del político opositor radical sudafricano Julius Malema y que fue incluida en el video mostrado por Trump, ha inflado las emociones.
A pesar de los intentos de grupos de presión afrikáner de prohibirla, el Tribunal Supremo de Apelaciones de Sudáfrica ha dictaminado que Malema tiene derecho a cantarla, interpretándola como una «forma provocativa» de promover la agenda política de su partido para acabar con la «injusticia económica y agraria».
El encuentro finalizó sin una declaración conjunta ni acuerdos firmados, pero con una promesa de “seguir conversando”. Mientras tanto, los sectores más radicales del Partido Republicano siguen presionando por medidas más duras contra Pretoria, incluyendo sanciones comerciales y mayores restricciones a la cooperación bilateral.
Aunque la reunión permitió cierta distensión, la relación entre ambos líderes y entre sus países sigue profundamente marcada por la desconfianza mutua, la polarización mediática y el uso de la política exterior como arma electoral.
Refugiados afrikáners: un nuevo frente político

La reciente ola de migración afrikáner ha sido utilizada por medios conservadores y líderes republicanos para amplificar la narrativa de una supuesta persecución racial.
El Departamento de Seguridad Nacional confirmó que más de 1.200 sudafricanos han solicitado asilo en lo que va de 2025, muchos de ellos apoyados por organizaciones cristianas que aseguran que “la población blanca en en el país está siendo exterminada”.
Sin embargo, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha afirmado que “no hay evidencia de una política estatal de genocidio” y que la violencia en zonas rurales sudafricanas afecta tanto a blancos como a negros, en un país aún marcado por profundas desigualdades socioeconómicas.
“Las afirmaciones de genocidio carecen de base factual y sólo alimentan la xenofobia y la desinformación”, declaró Khumbudzo Ntshavheni, ministra sudafricana de la Presidencia, en declaraciones recientes al Daily Maverick.
Pese a las tensiones, Ramaphosa intentó redirigir la atención hacia temas económicos. Propuso a la Casa Blanca y sus asesores un nuevo acuerdo bilateral para inversiones, ofreciendo incentivos fiscales a empresas estadounidenses como Tesla y Starlink a cambio de compromisos de desarrollo en energía e internet para comunidades rurales sudafricanas.
Durante la reunión, ambos líderes discutieron la implementación de Starlink para mejorar la conectividad en áreas rurales sudafricanas, así como la situación de los afrikáners que buscan refugio en Estados Unidos debido a preocupaciones de seguridad y económicas.
También instó a mantener a Sudáfrica dentro de los beneficios de la Ley de Crecimiento y Oportunidad para África (AGOA), un marco que permite a países africanos exportar productos libres de arancel a EE. UU. La exclusión de este programa sería un golpe para sectores clave como la agricultura y la industria automotriz sudafricana.
“La AGOA es vital no solo para Sudáfrica, sino para toda la región. La cooperación económica debe primar sobre la manipulación ideológica”, dijo Ramaphosa.