La relación de Estados Unidos con Venezuela bajo Donald Trump ha estado atravesada por un mismo eje: desestabilizar al gobierno de Caracas mediante sanciones, aislamiento diplomático y presión militar. Aunque las formas han variado entre su primer mandato y el actual, el objetivo sigue siendo el mismo: erosionar la paz y la estabilidad democrática de Venezuela.
Primer mandato (2017-2021): Todas las opciones sobre la mesa
- La administración Trump aplicó sanciones masivas: bloqueo de activos, embargo petrolero sobre PDVSA y reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino, consolidando una narrativa de ilegitimidad del régimen venezolano.
- En 2020 se desplegó en el Caribe la mayor operación naval desde la invasión a Panamá, con buques de la US Navy y vigilancia. Si bien se presentó como un despliegue antidroga, fue una demostración de fuerza dirigida a Caracas.
- La fallida “Operación Gedeón” en 2020 y las acusaciones contra el presidente Maduro y su entorno por supuesto “narcoterrorismo” mostraron el uso de operaciones irregulares y judicialización.
- El Grupo de Lima operó como núcleo regional de presión contra Venezuela. Desde 2017, la mayoría de sus miembros apoyaron sanciones y el reconocimiento de Guaidó, amplificando la narrativa estadounidense.
Segundo mandato (2025): coerción calibrada y militarización del Caribe
- En su retorno a la Casa Blanca, Trump revocó licencias energéticas a Chevron y endureció de nuevo las sanciones petroleras, reinstalando el bloqueo financiero con un enfoque más flexible: abrir o cerrar válvulas según la coyuntura.
- En paralelo, EE. UU. desplegó en agosto, una gran concentración naval en el mar Caribe, justificada como una operación antidrogas, desempolvando viejos discursos como el supuesto cartel de los soles.
- El nuevo paquete de presión incluye además un vínculo entre migración y criminalidad, condicionando cualquier alivio a la aceptación de deportados venezolanos.
- A diferencia de 2019, Washington cuenta con menos respaldo multilateral: el Grupo de Lima desapareció y Europa se muestra distante; por eso la presión es hoy más unilateral y militarizada.
- Venezuela sigue contando con el apoyo de países como Rusia, China e Irán que han rechazado las nuevas amenazas militares estadounidenses, mientras en Latinoamérica países como Colombia, Brasil y México, (en el pasado alineados a Washington) se han plantado con firmeza frente a las pretensiones injerencistas.
El patrón actual es más transaccional y sostenido: se busca desgastar lentamente a Caracas, usando sanciones, migración y despliegues militares como palancas de control, sin detener el suministro de petróleo venezolano.
Donald Trump en su primer mandato apostó por un asedio integral con apoyo regional y demostraciones militares. Sin embargo las condiciones son distintas, el magnate repite la fórmula pero con menos aliados y menos dependiente de las presiones unilaterales de Washington, ya que el país ha mejorado sus capacidades para resistir, a pesar de las sanciones.